Hace siete meses, el 7 de octubre de 2005, emprendía por vez primera un viaje al timón de una pequeña casa rodante. Recuerdo la emoción de arrancar, poner primera y dar sustancia a tus sueños de toda una vida. Ya hablé en un par de ocasiones de la maravilla que supuso para mí tener en tus manos tu propia vivienda y llevarla a donde tús quisieras, sintiendo la libertad total y acariciando el sentimiento de independencia absoluta. Ya he hablado, también, de mi otro sueño, que consiste no en alquilar una de estas casas rodantes, sino en hacerla tuya o, mejor, hacer que forme parte de tu vida. Es evidente que una experiencia me ha llevado, casi sin quererlo, a la otra.
Fue triste saber que, a la vuelta, me esperaban una serie de duros cambios en mi vida, debido al accidente de mi madre y todo lo que ello conllevaba. Ahora, tras siete largos meses, vuelve la tan esperada normalidad, el tiempo libre para mí mismo y, sobretodo, vuelven los deseos de escapar, de saludar a la madre naturaleza y hacer que viva en tí, al igual que todo el Cosmos y todos aquellos dispuestos a navegar por el mar de la bohemia y la vida productiva y creativa.
Recuerdo los momentos del gran viaje: kilómetros y más kilómetros aderezados con horas de buena música; paisajes interminables: llanuras infinitas, cromáticos ocasos, cielos de belleza inigualable; sentimientos encontrados: bienestar, alegría, dicha, furia, irritación; instantes de introspección, de cachondeo, de búsqueda, de encuentros. Mientras avanzábamos, a través de rectas carreteras, vino a mí el deseo, irrefrenable y a la vez utópico, de no hacer de aquello solamente una anécdota, un tiempo esporádico de diversión, sino un modo de vivir, de ser y de evolucionar.
Ofrezco, a continuación, una pequeña serie de imágenes de lo que fue ese sensacional periodo de ruta por pistas, caminos y autovías entendidas, no como el medio para ir a alguna parte, sino como el destino del viaje en sí mismo.
Esperando la salida, cerca del Mediterráneo
Salamanca, la ciudad del bohemio
Luces y sombras en Ledesma
A través de la ventana, el adiós del día
Un momento de lirismo, en O Cebreiro
Arquitectura medieval
¿Vaticinando el futuro de mi anterior vida?
1 comentario:
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