... le podría decir, por ejemplo, que no busque en las ciudades, que no pierda su tiempo en bares, salas de recreo, catedrales del histerismo o comercios. Ni siquiera en bibliotecas, salas de cine, exposiciones artísticas ni museos, así como tampoco en la casa donde nací hace ya muchos años.
Allí, en todos esos lugares, no me hallarán tal como soy. Por el contrario, si se me quiere encontrar será más útil registrar y escudriñar otros emplazamientos: quizá, como en aquella leyenda de Bécquer en la que una madre afanosa busca a su noble hijo, cabría buscarme "en una tumba, en cuyo borde puedo yo prestar oído a las conversaciones entre los muertos; o en el puente, mirando correr unas tras otras las olas del río por debajo de sus arcos; o acurrucado en la quiebra de una roca y entretenido en contar las estrellas del cielo, en seguir una nube con la vista o contemplar los fuegos fatuos que cruzan como exhalaciones sobre el haz de las lagunas."
Y, ¿por qué allí? Porque, en efecto, yo estaré en cualquier parte, menos en donde esté todo el mundo.
4 comentarios:
Habrá que buscarte en el antimundo.
Sí, es lo que tiene ser soñadoramente solitario y solitariamente soñador... :)
Saludos.
Gracias por tu visita en mi blog. He venido a conocerte. Supongo que conoces al marqués de Bradomín de Valle-Inclán. Él también decía que el mundo se dividía en dos tipos de personas: a un lado, el marqués de Bradomín, y al otro lado, todos los demás... Tu sentimiento respecto al mundo me recuerda al egregio marqués. Si no la has leído, te recomiendo las Sonatas, en especial la Sonata de estío donde Bradomín seduce a la niña Chole. Antonio Machado, en cambio, eligió no ser diferente y fundirse con el pueblo lo que no le hace menos singular.
Hola, Jonás;
No sé en qué sentido hablaba el marqués de Bradomín, pero en mi caso, en realidad yo no elegí "ser diferente" (entiende por esto lo que te apetezca), simplemente soy lo que soy. El problema (o defecto, o irritación...), como me decía ayer un buen amigo (aunque en un sentido ligeramente distinto), es que no veo fuera, en el mundo, en otras gentes, lo que llevo dentro.
Tampoco soy alguien elitista que se cree el culmen humano y desprecia o ignora a los demás por mediocres. Sencillamente cada uno siente la vida a su manera, y yo no noto identidad y afinidad con (la mayoría) de mentes que me rodean.
De ahí que me halle o busque a menudo lugares no descubiertos o desconocidos; no porque huya de los demás, sino porque en ellos sí veo me reflejado.
Si esto es locura, desadaptación o insociabilidad, yo ya no lo sé, y tampoco me importa.
Saludos y gracias por la visita.
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