15 de enero de 2009
La Luna sobre tu cama
Apago la luz a medianoche, tras una vaga jornada (por dispersa, no por vacua), y me dispongo a cerrar los ojos. Pero algo estorba, una extraña luminosidad que penetra por los poros de la persiana. Es ella, naturalmente. ¿Cómo pude olvidarla? Qué formas ante una dama, Dios mío...
Hay gente privilegiada por muchos motivos, aunque ellos mismos no lo sepan. Uno de ellos era yo, mas ahora ya soy consciente. Mi habitación, que da a los patios interiores del bloque de pisos donde moro, tiene su ventana orientada al este, que es, desde luego, la vía de escape de los astros. Por allí nacen, brotando cada día, sus luces, casi siempre apagadas por las urbanas, más numerosas y menos sutiles. Cuando los cielos, barridos de humedades y nubes, se oscurecen y llega el momento del catre, a veces esas luces titilan con fuerza, y uno alcanza el sueño en su compañía... a falta de otra mejor.
Pero cuando es la Luna la que saluda desde lo alto, hay que rendirle tributo. Así que coges un par de cojines, reorientas tu cuerpo en dirección contraria, para que esa luz que filtran desechos nubosos impacte de lleno en tu rostro, y puedes incluso conectar un poco de música para ambientar (no importa el género, desde Tchaikovsky y su 'Patética', que va de perlas, hasta los riffs de Jimmy Page en 'Danzed and Confused', por ejemplo) o, si lo prefieres, te limitas al silencio. Mientras se van oscureciendo las viviendas contiguas, mientras la Luna llena eleva su cara manchada, permaneces echado, como hipnotizado, y no piensas en nada. No puedes, porque aquello, lo que estás viviendo, está por encima de tu propia mente.
Entonces llegan las nubes. Pasan a través de nuestra confidente, trasgrediendo su haz luminoso a la vez que se colorean sus propias esencias. Debe gustarles, porque parecen aminorar su recorrido por la faz lunar. Se desprenden chispas de colores vistosos, y grumos de nube prenden como fajos de paja reseca. Con la claridad lunar se aprecian formas y figuras en ellas: animales, monstruos, deformidades, todo un bestiario nuboso que la imaginación estimula. Después, emasculada la pigmentación, los cúmulos (quizá fueran estratos, quién sabe) se enfrentan a las constelaciones, que vencerán con comodidad.
La Luna recupera su tez prístina justo cuando vuelves a pensar, no sabes si afortunada o inoportunamente. Recuerdas las clases de astronomía (aquellas en las que tú mismo hacías, al alimón, de profesor y alumno...) y te viene a la memoria que lo mismo que hizo a la Luna tal cual es, hace tanto tiempo que da pereza escribirlo, te ha hecho a ti, también. Es el momento de la especulación. ¿Será alguno de los átomos de mi pie un residuo que antaño estuvo en la cima de alguna de las montañas lunares? ¿Los `Montes Teneriffe' quizá (por lo del patriotismo)? ¿Conservo en mi mano un registro atómico de la lava surgida en la Luna, y que inundó su superficie? ¿Será parte de mis ojos materia procedente de un meteorito que, impactando en la fría cara lunar, rebotó hasta la Tierra cuatro mil millones de años ha?
Creo que no, pero es bonito pensarlo. Y aún más lo es creer que tu mismo cuerpo, una vez termine su periplo en la Tierra, y si no cometes el error de enjaularlo en un féretro estanco, partirá a reunirse con sus átomos primordiales de los que formaba parte en tiempos indescriptibles. Vida y muerte son una misma cosa allá arriba. Mientras, nosotros nos empeñamos en dicotomías absurdas, aquí abajo. Queremos matar la muerte, sin darle vigor a la vida. Como dijo una vez por aquí, en el colmo de la lucidez, una amiga (perdón, una Amiga), "es jodido vivir cada dia sabiendo que podemos morir, en cualquier momento; pero más jodido es morir y darnos cuenta en el ultimo momento que no hemos vivido".
Palabras duras, pero muy ciertas, que a la luz de esa Luna grande, redonda y amarillenta aún saben mejor. Ahora, cuando su disco tropieza con el cemento de un edificio cercano, me retiro a dormir, que por hoy ya está bien. Mañana, Ella vuelve a salir, aunque un poco más tarde.
Yo, al menos, la esperaré despierto.
(Fotografía de Jay Ouellet)
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7 comentarios:
Hola,
La Luna ejerce una fascinación especial, ya desde pequeños. A mi hija de 3 años le asombra la Luna: los días que podemos verla, se queda embelesada mirándola. Me imagino que le fascina el hecho de que una "cosa" que esté allí aparezca, desaparezca, se haga grande y pequeña, y vaya moviéndose.
A ella le encanta... y a mi me encanta que le encante. Tal vez le haya transmitido algo del embrujo que también me produce la Luna.
Saludos.
PD: sí que es bonito pensar que tenemos un pedacito de espacio o de sol en nosotros. A mi también me gusta pensar que somos polvo de estrellas.
"A la luna de enero yo te comparo,
que no hay luna más clara en todo el año"
*
Me contó esta semana una compañera del trabajo que hubo hace unos días una luminosidad muy especial y que luego leyó en la prensa que sí que había pasado algo, que la Tierra se había acercado más a la Luna o al revés y que por eso había un claro de luna abrumador. Yo no lo pude ver, ¿tú sí?
*
Cuando hay un claro de luna llena me gusta dejar sobre mi mesa un papel en blanco. Deja un resplandor muy especial, de una rara densidad y que no se parece ni a la fosforescencia, ni al destello de la plata o el diamante, ni a nada.
Bonito post.
Un beso.
Saludos, Carlos, recuerdo que me sucedía algo similar que a tu hija. La Luna era siempre algo muy especial, hechizante, un absoluto misterio. Luego aprendí lo que era, desde luego, pero el hechizo, de alguna forma, nunca ha muerto del todo... Un abrazo.
Marta, ignoro si coincidió ese fenómeno con el día que miré a la Luna, pero sospecho que su brillo intenso se debió más bien al viento seco, que aquieta la atmósfera y, estabilizándola, permite observar más clara y distintamente el cielo (en la jerga astronómica, diría que el "seeing" era muy bajo). Aunque puede que sí hubiese alguna razón de otra índole, quién sabe.
Interesante tu "ritual lunar", aa. A veces el claro de Luna es tan intenso que puedo leer fácilmente gracias a su luz... en cualquier caso su presencia es un regalo divino.
Gracias y un abrazo cósmico.
Pues llevaba razón tu amiga, Marta. Según he leído por ahí, en efecto, el día 13 (justo cuando me quedé traspuesto contemplando a Selene, aunque el post se publicó el viernes) la Luna estaba en el perigeo (momento más próximo a la Tierra en su órbita alrededor de ésta), por lo que su tamaño (y, en consecuencia, su brillo) era mayor.
Tal vez la conjunción del mistral y esa circunstancia astronómica favoreció que aquel martes día 13 (bendita superstición...) la Luna fuese más brillante que nunca (o casi).
Y yo que me consideraba un "enterado al día" en esto de la Astronomía, cachis... :)
Saludos.
Hermitaño, siendo libre, puedes seguirme?
Saludos, Apologética.
Mi libertad no impide, ni facilita, espíritu acrítico ante nadie. O, en 'cristiano': sigo o no no en virtud de mi libertad, sino por mi deseo intelectual, tratando de hallar hermanos de armas (metafóricas, desde luego). Sigo a todo aquel o aquella que nunca se creen en posesión de la verdad, que desdeñan las verdades absolutas y no se ven como adalides de un sistema al que hay que apoyar, por iluminismo, retórica o verborrea.
¿Seguirte...? Deja antes que te observe desde la distancia por un tiempo, que compartamos experiencias, y al final decidiré. Mi camino, me temo, es otro, pero no renuncio a buenas compañías. Quién sabe, tal vez seas tú quien acabe siguiéndome a mí, ¿no te parece posible?:)
P.D.: por cierto, si no profesas religión alguna, ¿por qué tanta imagen del Dios judeocristiano...?
Saludos y gracias por el comentario.
Buenas:
Paseas con la Luna y con tus letras voy leyendo tus pensamientos: claros, precisos...
Desde la Luna-dama, al maravillosos "sueño" en que eres un poco de ella( nunca lo había pensado así y desde ahora cuando la mire, recordaré tus palabras: vamos que me ha encantado)
Sobre la muerte soy más práctica y como ni siquiera sé si podré disfrutarla, no la pienso mucho...
((Me encantan los comentarios que me dejas, me haces pensar... ya sabes que casi nunca contesto, pero ... gracias... ))
Besos Hermitaño
Cómo van los estudios?
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