2 de junio de 2009
Conversión artrópoda
Anoche tuvo lugar un suceso extraño. Vivir enmedio de corrientes naturales y bosques de naranjos es disponer de un río constante de hechos singulares, a poco que eches un vistazo a tu alrededor. Las hormigas, de quienes hablábamos hace poco, sufrieron ayer una transformación radical; de lentas, afanosas y pacientes, ancladas al mundo bidimensional, mutaron hasta convertirse en aladas, turbadas y confusas criaturas de la noche, que vagaban en las alturas hacia un destino desconocido. Una metamorfosis ontológica en toda regla.
Y esto, ¿por qué? Me parece que nadie lo sabe exactamente. Unos dicen que la proliferación de tales instrumentos para el vuelo en nuestras amigas predicen lluvias a largo plazo; otros que señalan aguaceros ya padecidos. Algunos sostienen que estos insectos siempre han sido así, alados y de abdomen hinchado, y que constituyen los "machos fertilizantes", que escapan de la atracción del nido con el fin de aparearse con las reinas de la especie y, de este modo, difundir su carga genética hasta mayores dominios. Y, por último, los hay quienes afirman que las alas aparecen sólo justo cuando hay que fecundar a las reinas, en una especie de "vuelo nupcial", y que con anterioridad los machos alados eran simples hormigas corrientes.
No importa, la explicación no esconde el misterio. Porque lo hay, en efecto. Primero, no podemos (o al menos yo no) dilucidar la desconcertante y, absolutamente rigurosa, sincronización de sus movimientos. ¿Cómo pudieron abandonar sus refugios bajo tierra tan gran número de animalia en tan poco tiempo y, además, simultáneamente? Porque, doy fe de ello, en un instante apenas merodeaban un par de ejemplares y, acto seguido, eran (literalmente) miles y miles de individuos los que llenaban el aire húmedo del crepúsculo. ¿Quién ordenó su salida al ruedo? ¿Cómo supieron, con sus diminutos cerebros, cuándo debían dejar atrás el nido y elevarse, todos a una, en busca de la reina de sus sueños? La biblia genética no da para tanto. Hay que encontrar una razón, pero de momento ésta se nos escapa...
Por otra parte, podemos preguntarnos también por qué motivo seguían, en general, una misma dirección. Cierto que había ejemplares algo confundidos, quizá desorientados ante tanta profusión de raudos hermanos, pero la mayoría guiaban su danza hacia la declinante luz solar, que emergía apenas por encima del horizonte. Sin embargo, las luces artificiales eran mucho más intensas, como las de la ciudad vecina, y de ser su movimiento una obedencia ciega a las imposiciones de la iluminación deberían haber marchado en pos de la urbe, más bien que hacia el astro amarillo.
Pero hay algo más, un aspecto que me fascina de esta singular transformación. Aunque no estrictamente, las hormigas son seres bidimensionales. Es decir, en general viven conociendo, únicamente, los movimientos hacia delante y atrás, y hacia la derecha e izquierda. Desde luego, cuando ascienden por una pared dan cuenta de la tercera dimensión, pero para ellas bien podría no suponer gran diferencia, dado que en su trepar la noción de "arriba" o "abajo" carece de significado. Su reptar vertical viene a ser lo mismo que gatear por una superficie horizontal.
Mas, al transformarse, cuando un don natural les configura para la vida en las alturas, las hormigas entran de lleno en una nueva dimensión. Ya pueden abrazar el mundo que les estaba vedado, la magia del errar por encima de sus semejantes. Ya son seis las direcciones que pueden tomar, tres de ellas instantáneamente. Algo que nosotros también podemos hacer, aunque limitados a la piel de la superficie planetaria. La mutación permite un ámbito de exploración desconocido, un universo de espacio que creíamos inexistente. ¿Seremos nosotros también algún día seres alados? ¿Nos desembarazaremos de la crisálida que nos mantiene unidos al mundo terrenal y, a modo de mariposas humanas, tomaremos conciencia de esa "otra dimensión" allende las tres (cuatro, y entendemos que el tiempo también lo es) ordinarias? Esta idea, hoy ridiculizada y caricaturizada por gurús y líderes de la Nueva Era, puede tener trás de sí mucho más de lo que suponemos. Si no, preguntad a las amigas hormigas...
Sabios de la antigua China, los maestros shaolín, observaban los insectos y animales para aprender de ellos comportamientos y conductas, sus movimientos y virtudes. Examinando lo que ellos son, y en lo que se transforman, mejoraron sus vidas y adquirieron mayor entendimiento del vínculo que, como siempre decimos, nos une a esas criaturas. Quién sabe si tal vez la conversión de las hormigas en seres alados, esa metamorfosis ontológica, nos está indicando algo que está por llegar: un cambio, la transmutación esperada, la erradicación de la ceguera, y el descubrimiento de lo que mora en las alturas.
(Dibujo de María Wenicke)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
¿A las hormigas o a los lobos?
Es muy desconcertante y diría hasta que me inquieta, esto de las hormigas aladas porque además es un giro en sus costumbres tan hacendosas. Yo tuve una plaga en mi casa y tuve que ponerles un ahuyentador por ultrasonidos. Eran argentinas, tema -el de las hormigas argentinas, no el de mis hormigas- que fue tratado en "El país" y que dio pie a explicar que forman una colonia por la cual si introdujeras en el interior de un vaso invertido dos hormigas (una europea y otra argentina) probablemente se matarían, mientras que si las dos fueran argentinas no y eso por pertener a la misma colonia. Llegaron por barco y están prácticamente en toda Europa pero no en toda Europa.
+
Este tema no hay que dejarlo.
Hola,
A mi, aparte de las hormigas, también me fascinan las abejas, que, aunque no "metarfoseen" como esas hormigas que describes, su precisión y laboriosidad me resultan asombrosas.
Por cierto, recientemente he visto un vídeo sobre la estructura de los hormigueros que también me ha gustado bastante; puedes acceder a él desde aquí, por si quieres echarle un vistazo.
Saludos.
Eme; yo prefiero a ambos:)
Marta: toda transformación ontológica es desconcertante, e inquietante, también. Las hormigas tienen su lado "malo", desde luego. Una vez me recosté sobre un tronco y salieron a mi encuentro miles de ellas, que picaban y succionaban cosa mala, las puñeteras. Las plagas, del mismo modo, son un problema, y grave.
Carlos: te agradezco el vídeo. Es ilustrativo de ese universo que construyen estas criaturas singulares... mucho más útil y efectivo que nuestras construcciones artificiales en la Tierra, y además sin dañar el medio ambiente... :)
Gracias a todos, un abrazo.
Publicar un comentario