30 de octubre de 2011
Evocación de la gloria
Echo la vista atrás, por un momento, y recuerdo aquellos días, medio centenar, de viaje constante en constante soledad, y casi siento un escalofrío... El vértigo me viene ahora, por lo vivido, por lo que vi, oí, escuché y perseguí, y cómo pude vivirlo. También por ese ansia de hacerlo, pese a todo y todos. El gozo de recorrer esas carreteras y admirar, boquiabierto, aquellos paisajes de ensueño. Y de encontrar todo lo que hallé (y lo que no); pero, sobretodo, de mirarte, de ser tú allí, de verte a ti mismo y experimentarte junto a todo aquello.
Y hoy, el anhelo, tan intenso que duele, de volver allí, es irrefrenable. Pero "volver allí" no es regresar a esos mismos parajes; sino salir, poner el pie de nuevo en el asfalto, porque sabes que es una prerrogativa que pronto morirá, un privilegio que más temprano que tarde llegará a su fin. El destino es indiferente; lo que cuenta es ir hacia allá (hacia aquí, hacia aquí dentro... también).
Por tanto, marchémonos, saquemos tajada de cuanto se nos ofrezca durante ese lapso limitado, y después cerremos la puerta y centremos todo vigor y esfuerzo en esa tierra que te rodea, el campo libre que reclama tu dedicación. Y del que (y por el que) vas a vivir.
El tiempo prestado cada vez se acorta más. Y aún hay mucho camino por recorrer.
Uno que se va...
(Imagen: El Hermitaño)
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2 comentarios:
Vaya buen blog que tienes. Hablas de muchas cosas de manera muy interesante. Coincido contigo plenamente en tu idea del viaje.
Un abrazo.
Bienvenido, compañero.
Muchas gracias por tu visita y tus palabras.
Un abrazo y hasta pronto.
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