Hace un milenio que no aspiro el olor de una montaña. El 2005 pasó casi virgen de caminatas por esos sugerentes y siempre vigorizantes paisajes. Y el 2006 parece quererme lo mismo.
Unas veces por obligaciones de trabajo, otras por falta de acompañantes (aunque nunca me han sido imprescindibles...), otras por no poder ir hasta allí (coches estropeados, coches en mal estado, coches estrellados...), y otras más por el sinfín de cosas que han llenado mi vida en los últimos quince meses.
Hay que parar. Poner el freno, gritar el "sooo" de antaño. Y volver a esas formas geológicas tan bellas, tan hermosamente modeladas, y tan repletas de sensaciones y sorpresas.
Un tiempo para cada cosa, cada cosa a su tiempo. Ahora, ya, a las montañas.
28 de febrero de 2006
25 de febrero de 2006
Nieve de colores
En unas islas rusas la nieve ya no cae blanca, sino coloreada: negra, gris o amarilla. ¿Tiene sentido? Para los expertos este extraño fenómeno se relaciona con la erupción volcánica del Ebeko, cercano a las localidades donde se ha registrado nieve de colores. Este volcán, durante casi dos semanas, ha arrojado gases, cenizas y humo que seguramente ha causado el coloramiento de la nieve. Al menos, esto es lo que dicen los expertos.
Y es muy extraño, porque nevar nieva en muchos lugares y en muchos momentos durante todo el año, y también debe darse la situación de que, en algunos de esos lugares y momentos, un volcán entre en erupción. La explicación de los expertos es bastante aceptable, pero en Rusia nieva mucho y hay bastantes volcanes (sobretodo en la vertiente oriental). ¿Es esta la primera vez que se dan ambos factores? ¿Es la primera vez que tenemos constancia de ello?.
Todo ello, quizá porque hoy tengo la mente dispuesta a buscarle tres pies al gato, me ha hecho pensar en ciertos proyectos meteorológicos a gran escala, proyectos de cuyo origen y destino no estamos demasiado bien informados. Me refiero, en concreto, al Proyecto HAARP.
El HAARP se presentó como un proyecto destinado a modificar las condiciones de la ionosfera (la capa más externa de la atmósfera terrestre) mediante haces de partículas enviadas desde la superficie. El objetivo de esta modificación es alterar la química de la ionosfera, impedir las comunicaciones mundiales o bien causar un cambio climático global. Las posibles implicaciones son enormes, desde el control ambiental hasta cierta influencia psicológica. Pero esto es la teoría, las posibilidades hipotéticas (algunas de ellas quizá generosamente exageradas), ¿qué hay de la realidad, de los hechos?
Para obtener una visión más completa de este fenómeno, recomiendo un par de enlaces muy interesantes (ver al final del post). En la actualidad, ciertos fenómenos extraños se asocian a las consecuencias del Proyecto HAARP. Aun así, en el sitio oficial del proyecto (http://www.haarp.alaska.edu/), afirman al similar a esto: [el proyecto HAARP] no tiene capacidad de afectar el tiempo atmosférico, ni el campo magnético, ni siquiera la ionosfera más que temporalmente (las variaciones que introduce son muchísimo menores y mas locales que las variaciones inducidas en la ionosfera por la luz solar y el ciclo día/noche). Por supuesto menos aun inducir terremotos o control mental o desviar misiles. Como mucho afectará a las transmisiones de radio de la zona, y no hay peligro para al salud (si no se entra en la zona restringida donde están las antenas).
Es decir, que es absolutamente inocuo y no produce efecto negativo alguno. Pero, por supuesto, esto lo dicen los responsables del proyecto, o sea, los más interesados en darle un aspecto puramente científico (y no militar, como es en origen) al mismo. Ahora bien, hay mucho punto oscuro en este tema. Y es dificil establecer el límite entre hechos contrastados, especulación y simple paranoia. Pero ahí queda el caso, un proyecto peculiar e inquietante.
Sea como fuere, esta nieve de colores me ha hecho reflexionar con alguna conexión entre ello y el proyecto HAARP. Sé que es muy improbable, pero no me convence la versión oficial. Todo muy controlado, todo perfectamente inofensivo, todo demasiado claro. ¿Quién puede saber los efectos, a largo plazo, de un proyecto que nunca antes se ha puesto en marcha? ¿Hay alguna forma de saber lo que va a suceder en el futuro desconociendo, por ejemplo, los entresijos de la maquinaria climática? Repito, no me convence. Quizás la realidad sea mucho más prosaica, y en verdad todo el proyecto tenga finalidades pacíficas y en pro de la Humanidad. Sin embargo, sigo inseguro.
¿Nieve de colores debido a erupciones volcánicas? Por supuesto, puede ser, pero no por ello dejan de sorprenderme algunos proyectos cuya finalidad no está del todo clara y cuyo tufo militar siempre provoca recelos, desinformación y consecuencias nunca sufucientemente divulgadas.
http://www.astroseti.org/todoscom.php?codigo=1697
http://presencias.net/indpdm.html
Y es muy extraño, porque nevar nieva en muchos lugares y en muchos momentos durante todo el año, y también debe darse la situación de que, en algunos de esos lugares y momentos, un volcán entre en erupción. La explicación de los expertos es bastante aceptable, pero en Rusia nieva mucho y hay bastantes volcanes (sobretodo en la vertiente oriental). ¿Es esta la primera vez que se dan ambos factores? ¿Es la primera vez que tenemos constancia de ello?.
Todo ello, quizá porque hoy tengo la mente dispuesta a buscarle tres pies al gato, me ha hecho pensar en ciertos proyectos meteorológicos a gran escala, proyectos de cuyo origen y destino no estamos demasiado bien informados. Me refiero, en concreto, al Proyecto HAARP.
El HAARP se presentó como un proyecto destinado a modificar las condiciones de la ionosfera (la capa más externa de la atmósfera terrestre) mediante haces de partículas enviadas desde la superficie. El objetivo de esta modificación es alterar la química de la ionosfera, impedir las comunicaciones mundiales o bien causar un cambio climático global. Las posibles implicaciones son enormes, desde el control ambiental hasta cierta influencia psicológica. Pero esto es la teoría, las posibilidades hipotéticas (algunas de ellas quizá generosamente exageradas), ¿qué hay de la realidad, de los hechos?
Para obtener una visión más completa de este fenómeno, recomiendo un par de enlaces muy interesantes (ver al final del post). En la actualidad, ciertos fenómenos extraños se asocian a las consecuencias del Proyecto HAARP. Aun así, en el sitio oficial del proyecto (http://www.haarp.alaska.edu/), afirman al similar a esto: [el proyecto HAARP] no tiene capacidad de afectar el tiempo atmosférico, ni el campo magnético, ni siquiera la ionosfera más que temporalmente (las variaciones que introduce son muchísimo menores y mas locales que las variaciones inducidas en la ionosfera por la luz solar y el ciclo día/noche). Por supuesto menos aun inducir terremotos o control mental o desviar misiles. Como mucho afectará a las transmisiones de radio de la zona, y no hay peligro para al salud (si no se entra en la zona restringida donde están las antenas).
Es decir, que es absolutamente inocuo y no produce efecto negativo alguno. Pero, por supuesto, esto lo dicen los responsables del proyecto, o sea, los más interesados en darle un aspecto puramente científico (y no militar, como es en origen) al mismo. Ahora bien, hay mucho punto oscuro en este tema. Y es dificil establecer el límite entre hechos contrastados, especulación y simple paranoia. Pero ahí queda el caso, un proyecto peculiar e inquietante.
Sea como fuere, esta nieve de colores me ha hecho reflexionar con alguna conexión entre ello y el proyecto HAARP. Sé que es muy improbable, pero no me convence la versión oficial. Todo muy controlado, todo perfectamente inofensivo, todo demasiado claro. ¿Quién puede saber los efectos, a largo plazo, de un proyecto que nunca antes se ha puesto en marcha? ¿Hay alguna forma de saber lo que va a suceder en el futuro desconociendo, por ejemplo, los entresijos de la maquinaria climática? Repito, no me convence. Quizás la realidad sea mucho más prosaica, y en verdad todo el proyecto tenga finalidades pacíficas y en pro de la Humanidad. Sin embargo, sigo inseguro.
¿Nieve de colores debido a erupciones volcánicas? Por supuesto, puede ser, pero no por ello dejan de sorprenderme algunos proyectos cuya finalidad no está del todo clara y cuyo tufo militar siempre provoca recelos, desinformación y consecuencias nunca sufucientemente divulgadas.
http://www.astroseti.org/todoscom.php?codigo=1697
http://presencias.net/indpdm.html
18 de febrero de 2006
Regreso al Cosmos
Anoche miré el cielo. Hacía un mes que no ponía mis ojos en él, excepto breves momentos en los ocasos o cuando me encontraba melancólico.
Anoche, gracias al seco y estimulante poniente, el firmamento se abrió, se liberó de nubes y dejó paso a las luces del infinito. Aún de día saqué los trastos, me senté a esperar y se me dibujó una media sonrisa; si alguien, en la sempiterna oscuridad, me hubiese visto, seguramente hubiera creído que estaba un poco majara. Sonreía porque volvía a los días de antaño, a aquellas largas y frías de noches de invierno en las que, arropado por los chaquetones y las estrellas, dirigía la mirada hacia arriba, buscando no sé aún muy bien qué. Anoche volví a buscar; quizá haya encontrado algo.
Hubo un instante, tras explorar Orión, Liebre, Casiopea y Andrómeda, que me entró el vértigo. El Cosmos no es desconocido para mí, o al menos no demasiado, pero entonces tuve la súbita impresión de que hacía el tonto con el reflector de 70 mm, con los mapas y los catálogos. El Cosmos me superó. Me barrió de la faz de la Tierra y entré, por un instante, en un paraje desconocido. Perdí el sentido del mundo terráqueo y me abrí al Universo, y los sentidos explotaron de tanta sensación y sentimiento.
Comprendí (por milésima vez), que la mayor gloria de la Humanidad no es estar dotada de sublime inteligencia, de saber narrar y expresar lo inefable, de construir y viajar hasta lo desconcido, o de conseguir la paz en días de guerra; la mayor gloria de la Humanidad es que somos seres conscientes de nosotros mismos y que, quizá desde antes mismo de la aparición de la razón, entendemos cúal es nuestro origen profundo, ligado, como bien intuyeron los pensadores de antaño, a las raíces del Universo. Que todo es una unidad, un mismo ser, que la muerte no existe sino como un tránsito, y que el Universo, como no podía ser de otra manera, nos sigue llamando para que penetremos en él.
De entre tanta luz estelar, iluminado como nunca jamás lo ha conseguido un mortal, salí feliz de mi encuentro con el Cosmos. Un encuentro sencillo, directo, sin añadidos ni aditivos, el enlace que necesitaba desde hacía tiempo. Caminé despacio hacia el coche, echando los últimos vistazos al firmamento; subí, arranqué y cuando, ya en casa, entré en la cama, miré hacia arriba y lo ví.
Por entre los intersticios de la persiana alumbré negrura y luciérnagas, principio y fin. Mi origen y, quién sabe, si mi destino.
Anoche, gracias al seco y estimulante poniente, el firmamento se abrió, se liberó de nubes y dejó paso a las luces del infinito. Aún de día saqué los trastos, me senté a esperar y se me dibujó una media sonrisa; si alguien, en la sempiterna oscuridad, me hubiese visto, seguramente hubiera creído que estaba un poco majara. Sonreía porque volvía a los días de antaño, a aquellas largas y frías de noches de invierno en las que, arropado por los chaquetones y las estrellas, dirigía la mirada hacia arriba, buscando no sé aún muy bien qué. Anoche volví a buscar; quizá haya encontrado algo.
Hubo un instante, tras explorar Orión, Liebre, Casiopea y Andrómeda, que me entró el vértigo. El Cosmos no es desconocido para mí, o al menos no demasiado, pero entonces tuve la súbita impresión de que hacía el tonto con el reflector de 70 mm, con los mapas y los catálogos. El Cosmos me superó. Me barrió de la faz de la Tierra y entré, por un instante, en un paraje desconocido. Perdí el sentido del mundo terráqueo y me abrí al Universo, y los sentidos explotaron de tanta sensación y sentimiento.
Comprendí (por milésima vez), que la mayor gloria de la Humanidad no es estar dotada de sublime inteligencia, de saber narrar y expresar lo inefable, de construir y viajar hasta lo desconcido, o de conseguir la paz en días de guerra; la mayor gloria de la Humanidad es que somos seres conscientes de nosotros mismos y que, quizá desde antes mismo de la aparición de la razón, entendemos cúal es nuestro origen profundo, ligado, como bien intuyeron los pensadores de antaño, a las raíces del Universo. Que todo es una unidad, un mismo ser, que la muerte no existe sino como un tránsito, y que el Universo, como no podía ser de otra manera, nos sigue llamando para que penetremos en él.
De entre tanta luz estelar, iluminado como nunca jamás lo ha conseguido un mortal, salí feliz de mi encuentro con el Cosmos. Un encuentro sencillo, directo, sin añadidos ni aditivos, el enlace que necesitaba desde hacía tiempo. Caminé despacio hacia el coche, echando los últimos vistazos al firmamento; subí, arranqué y cuando, ya en casa, entré en la cama, miré hacia arriba y lo ví.
Por entre los intersticios de la persiana alumbré negrura y luciérnagas, principio y fin. Mi origen y, quién sabe, si mi destino.
15 de febrero de 2006
El saber de la fe y la razón
¿Cómo, en efecto, podrá caminar por el recto sendero que a la verdad conduce, aquel que se satisfaga con la ciega sumisión a los textos revelados y rehuya el empleo de los métodos de investigación y razonamiento? ¿Ignora, por ventura, que la ley revelada no tiene más fundamento que la palabra del Profeta y que la veracidad de éste no puede ser conocida sino por las pruebas apodícticas de la razón? ¿Ni, como atinará tampoco en el recto camino de la verdad aquel que al dictamen escueto de la razón se atenga y se limite, sin dejarse alumbrar por la luz de la revelación?.
Porque, vengamos a cuentas: ¿cómo buscar refugio en la razón contra la ignorancia, si adolece de ceguera y limitación? ¿Ignórase, acaso, que la capacidad del intelecto humano es más bien exigua y que su esfera de acción es estrecha y reducida? ¡Ah, y cómo fracasa cuando busca la certeza infalible y como tropieza a cada paso en las falaces huellas del error todo el que no concilia estas divergencias mediante la armonía entre la razón y la revelación! Porque el entendimiento humano es como la vista sana, exenta de defectos y dolencias, y el Alcorán es como el sol que derrama por doquier los rayos de su luz.
Y por eso, al que busca el camino recto de la verdad prescindiendo de uno de estos dos luminares, has de encontrarlo siempre formando parte de la turba de ignorantes, pues si rehuye el empleo de la razón y se satisface con la sola luz del Alcorán es como aquel que se pone frente al sol, pero con los ojos cerrados, que en nada se diferencia de los ciegos; y pues la razón, junto con la revelación, es luz sobre luz, el que con el ojo tuerto dirige su mirada a una de esas dos luces exclusivamente, queda sumido en las tinieblas del extravío.
ALGAZEL, místico y filósofo musulmán (1058-1111)
Porque, vengamos a cuentas: ¿cómo buscar refugio en la razón contra la ignorancia, si adolece de ceguera y limitación? ¿Ignórase, acaso, que la capacidad del intelecto humano es más bien exigua y que su esfera de acción es estrecha y reducida? ¡Ah, y cómo fracasa cuando busca la certeza infalible y como tropieza a cada paso en las falaces huellas del error todo el que no concilia estas divergencias mediante la armonía entre la razón y la revelación! Porque el entendimiento humano es como la vista sana, exenta de defectos y dolencias, y el Alcorán es como el sol que derrama por doquier los rayos de su luz.
Y por eso, al que busca el camino recto de la verdad prescindiendo de uno de estos dos luminares, has de encontrarlo siempre formando parte de la turba de ignorantes, pues si rehuye el empleo de la razón y se satisface con la sola luz del Alcorán es como aquel que se pone frente al sol, pero con los ojos cerrados, que en nada se diferencia de los ciegos; y pues la razón, junto con la revelación, es luz sobre luz, el que con el ojo tuerto dirige su mirada a una de esas dos luces exclusivamente, queda sumido en las tinieblas del extravío.
ALGAZEL, místico y filósofo musulmán (1058-1111)
12 de febrero de 2006
La libertad, el fundamentalismo y la visión cósmica
Estos días se viven momentos de furia, sed de sangre y enfrentamiento. Todo nace de una afrenta desafortunada, quizá ingenua y seguramente evitable. Pero la reacción aún ha sido más desafortunada; ya han muerto diez personas en Afganistán, el Líbano y Somalia.
Desde Occidente se habla de libertad de expresión, y desde Oriente responden que en temas sagrados hay que respetar y limitar el poder de la palabra y la imagen. También responden de maneras más violentas e incomprensibles, auspiciados y exaltados por líderes religiosos, destrozando lo que encuentran a su paso, incediando y, al parecer, a partir de ahora, boicoteando los productos que lleguen a su país desde Escandinavia.
¿Ha nacido, si es que no lo había hecho ya, el gérmen de la eterna incomprensión entre ambos hemisferios? Unos, tontamente, publican unas caricaturas de un Dios incaricaturizable, y los otros amenazan con bombas, terrores y venganzas. Unos piden libertad y otros respeto. Ni nosotros los entendemos a ellos ni ellos a nosotros, y en ese ambiente es fácil que surjan las disputas. El problema feo, grave, complejo, viene de la evolución de unos y otros; Occidente ha podido evolucionar social, económica, científica y, aunque menos, también religiosamente. Oriente, y en particular el mundo musulmán, no. Les falta el aliento del aperturismo intelectual y social que Europa ha vivido en los últimos cuatro siglos. Mientras predomine tan férreamente la visión teológica, las doctrinas religiosas y las enseñanzas esclavizantes, será dificil que entiendan el significado de unas viñetas en un periódico. Tal vez, una religión más abierta ignoraría representaciones gráficas blasfemas de su líder espiritual, porque entendería que lo importante es el sentimiento de fe, no un trozo de papel que se quema o destroza con facilidad. Pero, quizá, esa religión aún no existe.
También corroe que Occidente hable ahora de libertad, justo cuando las libertades indivuales y colectivas están más maniatadas que nunca. Hablan en nombre de la libertad de expresión como sus adalides modernos, y en cambio huyen de ella y la rechazan siempre que pueden en los momentos que les interesan. La hipocresía y la falta de coherencia sigue siendo, por supuesto, uno de los baluartes del sistema occidental.
Y, entretanto, la visión cósmica como mejor medicina, la comprensión de nuestra pequeñez, la idiotez de las diferencias que nos separan. Hay que ver que el mundo es uno, entender la unidad de la Tierra, y aunque los problemas deben existir para nuestra evolución, tenemos el reto de impedir que esos problemas nos superen. Descubriendo el Cosmos uno se da cuenta de que no hay imagen, ni palabra ni Dios que sea capaz de romper la realidad; la realidad de un precioso e insignificante mundo azul entre un sinfín de estrellas, y la realidad de una Humanidad que, pese a los esfuerzos de despreciables fundamentalistas y torpes periodistas, está condenada a entenderse.
Desde Occidente se habla de libertad de expresión, y desde Oriente responden que en temas sagrados hay que respetar y limitar el poder de la palabra y la imagen. También responden de maneras más violentas e incomprensibles, auspiciados y exaltados por líderes religiosos, destrozando lo que encuentran a su paso, incediando y, al parecer, a partir de ahora, boicoteando los productos que lleguen a su país desde Escandinavia.
¿Ha nacido, si es que no lo había hecho ya, el gérmen de la eterna incomprensión entre ambos hemisferios? Unos, tontamente, publican unas caricaturas de un Dios incaricaturizable, y los otros amenazan con bombas, terrores y venganzas. Unos piden libertad y otros respeto. Ni nosotros los entendemos a ellos ni ellos a nosotros, y en ese ambiente es fácil que surjan las disputas. El problema feo, grave, complejo, viene de la evolución de unos y otros; Occidente ha podido evolucionar social, económica, científica y, aunque menos, también religiosamente. Oriente, y en particular el mundo musulmán, no. Les falta el aliento del aperturismo intelectual y social que Europa ha vivido en los últimos cuatro siglos. Mientras predomine tan férreamente la visión teológica, las doctrinas religiosas y las enseñanzas esclavizantes, será dificil que entiendan el significado de unas viñetas en un periódico. Tal vez, una religión más abierta ignoraría representaciones gráficas blasfemas de su líder espiritual, porque entendería que lo importante es el sentimiento de fe, no un trozo de papel que se quema o destroza con facilidad. Pero, quizá, esa religión aún no existe.
También corroe que Occidente hable ahora de libertad, justo cuando las libertades indivuales y colectivas están más maniatadas que nunca. Hablan en nombre de la libertad de expresión como sus adalides modernos, y en cambio huyen de ella y la rechazan siempre que pueden en los momentos que les interesan. La hipocresía y la falta de coherencia sigue siendo, por supuesto, uno de los baluartes del sistema occidental.
Y, entretanto, la visión cósmica como mejor medicina, la comprensión de nuestra pequeñez, la idiotez de las diferencias que nos separan. Hay que ver que el mundo es uno, entender la unidad de la Tierra, y aunque los problemas deben existir para nuestra evolución, tenemos el reto de impedir que esos problemas nos superen. Descubriendo el Cosmos uno se da cuenta de que no hay imagen, ni palabra ni Dios que sea capaz de romper la realidad; la realidad de un precioso e insignificante mundo azul entre un sinfín de estrellas, y la realidad de una Humanidad que, pese a los esfuerzos de despreciables fundamentalistas y torpes periodistas, está condenada a entenderse.
3 de febrero de 2006
La loca informática
A trompicones, con desconexiones, bloqueos e inesperados reinicios consigo aupar este post hasta la vida blogera. Cuesta. Ya no es lo de antes (pam, pam y listo), ahora hay que acariciar el ratón, teclear ligeramente, y cruzar los dedos a la espera de que tras pulsar "Publicar entrada" la cosa salga en la pantalla y no se pierda en el mar del olvido informático.
Mi ordenador, jóven y en principio aún rentable, está enfermo. Cuando menos lo esperas surge un nuevo problema; dificultades en la conexión a Internet, monitor congelado, reinicios sin sentido, mensajes de virus peligrosísimos, ventanas que no muestran sino una pantalla en blanco, etc. Le explico al técnico lo que sucede y casi se ríe. Es que es de risa, tras mes y medio luchando y brincando, llevando un día sí y otro también el aparato al "taller", al final resulta que está mucho más pocho que al principio. De nada han servido los parches, los formateos del disco duro, el nuevo módem, los antivirus o los antiincordios. Empezamos mal y seguimor peor. Suerte tengo que puedo entrar en Internet unos minutos. Antes era un problema, ahora son mil.
Estoy harto de las visitas a la tienda, que no conducen a nada más que un "tráelo y lo miraremos", una factura y la frustración de saber que al día siguiente saldrá algo más y volverán los problemas. Quizá lo mejor sea patearlo (al ordenador, no al técnico...) y rascarse el bolsillo en busca de algo que funcione mejor (tampoco debe ser tan dificil). Cuando todo marcha bien, es decir como toca, la vida informática es apacible y fructífera. Cuando va mal más vale que nadie se ponga por delante. Irrita sobremanera, por ejemplo, no poder incluir fotos en los posts.
Pero bien, al menos esto se mantiene vivo, aunque en ocasiones parezca que perece. Cuando vengan tiempos mejores el brillo del Cosmos y la pluma del hermitaño se fundirán de nuevo y abriremos la ventana del Universo para todos aquellos que quieran, a hurtadillas, echarle un bien vistazo.
Quizá no falte mucho para ello.
Mi ordenador, jóven y en principio aún rentable, está enfermo. Cuando menos lo esperas surge un nuevo problema; dificultades en la conexión a Internet, monitor congelado, reinicios sin sentido, mensajes de virus peligrosísimos, ventanas que no muestran sino una pantalla en blanco, etc. Le explico al técnico lo que sucede y casi se ríe. Es que es de risa, tras mes y medio luchando y brincando, llevando un día sí y otro también el aparato al "taller", al final resulta que está mucho más pocho que al principio. De nada han servido los parches, los formateos del disco duro, el nuevo módem, los antivirus o los antiincordios. Empezamos mal y seguimor peor. Suerte tengo que puedo entrar en Internet unos minutos. Antes era un problema, ahora son mil.
Estoy harto de las visitas a la tienda, que no conducen a nada más que un "tráelo y lo miraremos", una factura y la frustración de saber que al día siguiente saldrá algo más y volverán los problemas. Quizá lo mejor sea patearlo (al ordenador, no al técnico...) y rascarse el bolsillo en busca de algo que funcione mejor (tampoco debe ser tan dificil). Cuando todo marcha bien, es decir como toca, la vida informática es apacible y fructífera. Cuando va mal más vale que nadie se ponga por delante. Irrita sobremanera, por ejemplo, no poder incluir fotos en los posts.
Pero bien, al menos esto se mantiene vivo, aunque en ocasiones parezca que perece. Cuando vengan tiempos mejores el brillo del Cosmos y la pluma del hermitaño se fundirán de nuevo y abriremos la ventana del Universo para todos aquellos que quieran, a hurtadillas, echarle un bien vistazo.
Quizá no falte mucho para ello.
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