Hace un milenio que no aspiro el olor de una montaña. El 2005 pasó casi virgen de caminatas por esos sugerentes y siempre vigorizantes paisajes. Y el 2006 parece quererme lo mismo.
Unas veces por obligaciones de trabajo, otras por falta de acompañantes (aunque nunca me han sido imprescindibles...), otras por no poder ir hasta allí (coches estropeados, coches en mal estado, coches estrellados...), y otras más por el sinfín de cosas que han llenado mi vida en los últimos quince meses.
Hay que parar. Poner el freno, gritar el "sooo" de antaño. Y volver a esas formas geológicas tan bellas, tan hermosamente modeladas, y tan repletas de sensaciones y sorpresas.
Un tiempo para cada cosa, cada cosa a su tiempo. Ahora, ya, a las montañas.
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Y, sin embargo, por culpa de un grandísimo desgraciado, ahora ya no puedo disfrutarlas tanto como antes. Me han robado parte de ellas al quemar el Montdúver.
Un saludo y gracias por la visita, Joan.
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