He tenido durante estos últimos días una larga discusión, interesante y bastante ardua, con un compañero en el blog de Magonia acerca del conocimiento humano y las formas que puede haber para alcanzarlo (si a alguien le interesa, aquí están los comentarios http://www.haloscan.com/comments/lagamez/111524745657833316)
Todo el rollo ha sido consecuencia, simplemente, de una idea: ¿no puede un científico tener una concepción del universo que abarque al unísono ciencia y espiritualidad? ¿O sea, una cosmovisión racionalista pero que contuviera como ciertos tanto las revelaciones de la ciencia como la de la instrospección?
El insistía en que eso era absurdo, o al menos, que no tenía sentido si uno no quería salir de la esfera racionalista. Es decir, esa cosmovisión para él era irracional por aceptar como válida a la espiritualidad como un "método" válido para el conocimiento. Él piensa que esto entra dentro de la categoría de pensamiento "mágico", sin base y carente de aportación informativa real alguna.
Yo argumentaba que un científico así (y por extensión, cualquier persona) no es alguien irracional en absoluto. Se trata de alguien que aplica la ciencia a su ámbito adecuado (el mundo físico). La ciencia responderá rápida y ágilmente a las preguntas acerca de la estructura, la composición, posiblemente el origen, los componentes, etc., del Universo, pero al intentar encontrar una respuesta a las preguntas fundamentales (por ejemplo, por qué el Universo es tal y como es, por qué ha sido creado, quién o qué lo ha hecho, con qué finalidad, etc.) fracasará, porque estará fuera de su ámbito. Entonces, sugería yo, será necesario cambiar de táctica, y tal vez la espiritualidad, la instrospección, o meditación o como se quiera llamar, podría jugar algún papel a la hora de intentar responder, o al menos guiar hacia la respuesta, a estas importantes preguntas.
El debate ha concluido, más que nada porque empezaba a repetirme como un maestro de escuela aburrido y pesado, y al final cada uno ha seguido su camino. Es realmente dificil, ahora me doy cuenta, intentar hacer ver a los demás algo que para tí es relativamente obvio, sobretodo si esos otros son gente con ideas ya prestablecidas. Yo nunca negaré el papel fundamental de la ciencia en la sociedad y su enorme utilidad, más allá de sus aplicaciones prácticas. El conocimiento que, gracias a la ciencia, ha alcanzado la Humanidad es grandioso. Pero deberíamos plantearnos, dentro de la esfera de los diversos saberes (ciencia, filosofía, arte, etc.) si una mejor comprensión de nosotros mismos a nivel espiritual no podría, eventualmente, añadir nuevos conocimientos al bagaje cultural humano, a través de algo tan sencillo como es quedarse uno 'sentado' junto a su espíritu e intentar sonsacarle algunas respuestas que, por otros medios, son escurridizas.
En este blog humilde hasta los tuétanos, he mostrado algunas maravillas que la ciencia ha descubierto en el Cosmos para todos nosotros. Lo seguiré haciendo, por supuesto pero, estoy convencido, nunca podré exponer aquí el momento grandioso en el que la ciencia explique el por qué de todo, el instante feliz e irrepetible de enseñarnos dónde está la esencia del cosmos y por qué motivo éste existe. Me entristece pensar que no llegará el momento. Sin embargo, tengo fe en que por otros medios, sí podamos tal vez llegar a saberlo. Y uno de ellos, quizá, sea conociéndonos mejor e intentando, más allá de los sentidos, aprehender al Cosmos en toda su grandeza.
Científicos de prestigio lo han hecho, hombres de ciencia respetados y glorificados por sus aportaciones al saber del mundo físico (de ello hablaré seguramente en otro artículo). Entonces, ¿por qué no puede ser ser posible para nosotros?
Veo, por tanto, bastante claro el camino para una mejor comprensión del Universo. Y, sorprendentemente, creo no serán necesarios instrumentos de medida, batas blancas, pizarras o ecuaciones. Sólo uno mismo. Qué curioso es el mundo... .
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