24 de febrero de 2007

Vidas esclavizadas



Es sorprendente lo que llega a ser capaz la gente por mantener su nivel de vida. No les importa en absoluto la propia vida, cómo vivirla o qué hacer con ella, con tal de poder preservar su boyante economía.

Porque, hoy, lo que semeja vida no es más que una carrera desenfrenada e incoherente hacia un bienestar material mayor: compramos de todo, que no necesitamos, nos apuntamos a todo, que jamás aprovechamos, trabajamos sin parar, ansiosos por no ver desaparecer de nuestros bolsillos los billetes de nuestra devoción. Queremos mantener el nivel de vida, pero lo hacemos a costa de la propia vida.

Pienso en aquellas personas encerradas en fábricas, agobiadas por ruidos y hedores, aspirando serrín, trabajando ocho horas diarias en un ambiente de infierno (excepto por las ocasionales amistades que uno llega a trabar, en medio de un caos de desprecio y envidia). Pero también en ejecutivos, en funcionarios, en gentes corrientes de la calle, dispuestas a ahogar su existencia con su aspiración de una vida supérflua, económicamente productiva aunque humanamente deplorable, vaciadas de cualquier valor.

Yo preferiría vivir en la indigencia, yendo a la casa de la beneficiencia dos veces al día para tomar un plato de comida caliente, vestido con andrajos, ojeando los periódicos de la biblioteca y tomando el sol cada día mientras camino sin rumbo fijo, que esclavizarme por una vida que no quiero, por un trabajo que detesto, por unos conocidos a los que no deseo ver. Y ello no sería denigrante, no supondría agravio alguno; al contrario, entonces la vida estaría marcada por una dignidad total, la de vivir de acuerdo a una liberación diaria, en lugar de un constante devenir hacia la degradación que estamos viviendo.

Me sonrojo al ver a ciertos tipos con sus coches lujosos, con sus trajes bien planchados y tintados, y sus móviles de última generación, llenos de satisfacción por cómo viven. Pero su fachada no lleva a engaño: en realidad no viven, encadenados como están al yugo de una esclavitud invisible, sin nombre ni rostro, pero real.

La vida parece estar escapándosenos. La clave de todo el asunto radica en la conciencia por una existencia alejada de trivialidades materiales, al tiempo que estimulada gracias al trabajo, convertido en diversión. Si esto no es posible, cabría trabajar medio año completo, y el resto dedicarlo a nosotros mismos. Si esto tampoco es posible, podemos intentar vivir de otros, ayudando en lo que podamos. Y si todo esto falla, entonces el último recurso, no por ello menos humano, de la indigencia.

Por supuesto, muchos preferirán cualquier otra opción a esta última. En sus mentes es impensable verse como mendigos ante los ojos de los demás, claro, pero lo que parecen no advertir es que, de hecho, se están conviertiendo en mendigos de sus propias vidas. Dentro de poco los veremos pidiendo limosna, pero no para un bocadillo o una cerveza que les alivie el estómago o las penas, sino para el alma, para evitar perpetuar una vida desdichada y llena de fracaso.

Y ésa es una limosna mucho más dificil de conseguir que cuando arrojamos unas monedas a los pies de los mendigos. Los indigentes siempre hemos sido nosotros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que te ayuda a sentirte mejor contigo mismo y con tu realidad personal el emplear el tono condescendiente de tu reflexión sobre la gente que trabaja duro, se gana la vida y disfruta de ciertos lujos. Yo soy un tipo de esos de los que dices que te hacen sonrojar, y te equivocas bastante al considerar que todas las personas que comparten un estilo de vida similar al que llevo están esclavizadas. Es una elección personal y libre (la elección del esfuerzo, de la auto superación, de la lucha por una vida mejor) al igual que la tuya. Te equivocas también pensando que todos los que pertenecemos al grupo que has descrito "somos infelices"... Me considero muy afortunado con lo que hago, con mi estilo de vida y con la oportunidad de vivir experiencias inigualables gracias a mi trabajo duro y esfuerzo...y para nada tengo carencias afectivas o "espirituales"... gracias a Dios tengo una familia inigualable y excelentes amigos y personas que comparten ese estilo de vida que criticas. No soy para nada un caso excepcional... conozco mucha gente (de esa que dices esclavizada) que goza de buena fortuna y felicidad y se sienten estupendamente con su estilo de vida... Como ya he dicho, se trata de una elección personal y tengo la suerte de poder elegir (muchos ni eso)... Y para nada me cambiaría por esa visión utópica del "mendigo" que relatas en tu escrito. Conozco la pobreza extrema muy de cerca (vivo en un país en vías de desarrollo que se considera "comunista", ¡ja! ¡qué risa!) y créeme, estas personas que me encuentro cada día en la calle no les hace ninguna gracia llevar la vida desgraciada que les ha tocado vivir, te aseguro que es algo que no te gustaría experimentar... El pobre que describes en tu post es un "pobre privilegiado" del primer mundo, con algo de formación (al menos sabe leer) y para nada se ajusta a la realidad diaria de millones de personas del mundo subdesarrollado que viven en una pobreza extrema sin energía para poder leer el periódico (porque probablemente ni saben leer) ... Sí... hasta en la pobreza hay distinción de clases...Todo es muy bonito y muy utópico en un post... pero te invito a que pases una larga temporada (no de turismo) en la India, en China o en Vietnam como ellos (por dar una serie de ejemplos que conozco de primera mano) para saber lo que es sufrimiento y desgracia... después de eso te invito a que reescribas tu post a ver si todavía prefieres la vida de indigente...

En resumen... como bien sabes aunque no te guste reconocerlo, no todos las personas acomodadas son desgraciadas ni están esclavizadas ni todos (o casi ninguno diría yo) los pobres serían felices como dices tú que podrían ser... La mayor diferencia entre el tipo que te sonroja y el pobre, es que el verdadero pobre no ha tenido la posibilidad de elegir la vida que lleva y por lo tanto es un esclavo de su propia desgracia... La esclavitud pasa por la falta de elección... Yo, gracias a mi familia y a mí mismo tengo la fortuna de poder elegir... tengo la libertad de hacerlo...No soy esclavo... Soy libre

elHermitaño dijo...

Estimado anónimo:

En primer lugar, gracias por el extenso comentario.

En segundo lugar, acepto gustoso tus críticas. Y paso a comentarlas.

He intentado no generalizar en ningún momento. Sé que hay gente con dinero, que trabaja a gusto y vive como quiere. Es obvio, y le felicito por ello. No pretendo estar en posesión de la verdad y decir a las gentes cómo deben vivir. Eso es asunto de cada cuál.

No he dicho jamás que "todos" quienes siguen tales vidas sean infelices: unos sí (quienes conozco), otros no. Me baso en conocimientos personales, es decir, en relaciones con ciertas gentes, o en relatos contados por personas próximas, que me comentan tales actitudes ante la vida.

En el post he dado mi "visión personal" del tema, tal y como yo veo el problema. Y el problema es, anónimo, que gente que conozco no tiene un céntimo en el banco, es decir, carece de ahorros para eventualidades simplemente porque "necesita" mantener un estilo de vida materialmente muy alto. Y ese estilo de vida, a mi juicio, es innecesario. O sea, critico que tal forma de vivir esté llevando a algunos a la esclavitud, a verse encadenados por el mero hecho de conservar el nivel de vida que tienen. Y yo abogo por eliminar esa esclavitud, por hacer caso omiso de esas necesidades materiales "imaginarias" y dar a nuestra vida un giro radical, de autosuficiencia. Vivir con algún lujo, sí, pero no malvivir por tenerlos todos.

Que mi postura te parece idealista, utópica y absurda, es perfectamente comprensible. Que no te cambiarías en absoluto por mi "hermitañismo", perfecto (lo mismo haría yo en mi caso, que no te quepa duda...).

Mi visión de la pobreza no intenta ser fiel con la realidad: cada persona pobre tiene su realidad, su vida, y yo no soy quién para juzgar si son felices o no, porque sólo conozco a unos pocos que no sirven para darme una idea general. A lo que hacía referencia en el post es que, en mi caso, prefiero una vida pobre materialmente que una rica pero carente de otras necesidades humanas (no hablo de amor, afecto y ese tipo de cosas, por Dios...). Y me refiero a gentes "que conozco", a las que veo casi cada día, no necesariamente ejecutivos o funcionarios, sino gente de a pié, que me pilla muy cerca: y veo como su vida se desinfla tras sus aspiraciones materiales. Quieren un bonito piso, un coche de calidad, ropa, móviles, buenas cenas en restaurantes, y todo lo demás, y están dispuestos a conseguirlo aunque sea a costa de perder otras cosas que, repito, a mi juicio, son más importantes y dan un valor especial a la vida.

Son las cosas que nos hacen humanos, que nos van a dar la felicidad no ahora, sino hasta el fin de nuestros días, cosas que nos servirán para ser autosuficientes, para no necesitar estímulos externos. Seguro que todo esto te suena muy new-age, como el yoga y esas historias. ¿Verdad? En realidad no tiene nada que ver, es tan sólo una postura ante la vida. Un modo de verla que intenta alejarse de lo material, no porque sea malo en sí mismo, sino , como decía Epicuro (si no recuerdo mal), por las consecuencias que tales cosas tienen sobre nosotros (a largo plazo). Y tampoco es una postura radical, en absoluto: ahora mismo estoy sentado frente a un ordenador, voy a prepararme la comida en una buena cocina y después leeré un par de horas reclinado en un cómodo sofá. No soy hipócrita, valoro las comodidades de mi vida, pero intento que no he ahoguen, que no me subyugen, que no me ceguen y haga "locuras" por tenerlas en mayor número. El límite entre lo que es necesario y supérfluo es, obviamente, una decisión personal.

Anónimo, he trabajado tiempo ha en una fábrica, y conozco los modos y las conductas de mucha gente de allí; quizá no sean extrapolables hasta hacerlas generales, pero sirven para tener una idea del tipo de vida que ciertas personas llevan, lo que es importante para ellas, lo que valoran.

"La esclavitud pasa por la falta de elección", dices. Claro está, y lo que me duele es que conozco a personas, amigos míos de la infancia, que han sido, literalmente, arrastrados por la sociedad, moldeados sus gustos y decididas sus vidas. Hoy decían no a esto o aquello y mañana, por la fuerza del montón, de la masa, de la sociedad, de lo que sea, clamaban al cielo un sí enérgico. Muchos no deciden, sino que, como ciertos peces, son conducidos a favor de la corriente. Y en eso, anónimo, en eso son esclavos.

Por cierto que bastantes indigentes quieren ser como son. Los hay que rechazan un trabajo o una labor porque prefieren vivir así, como lo hacen, pobres hasta la médula, pero libres e independientes, ajenos a la esclavitud que, para algunos (y to sigo pensando que son bastantes... aunque no todos, evidentemente), supone la vida en sociedad.

Eso es lo que quería criticar, y nada más. Lamento el ladrillo, pero era necesario aclarar mi postura. Al menos, espero haberlo hecho.

Un saludo y hasta pronto.