25 de septiembre de 2014

El outsider

"El problema del contexto negativo de la diferencia permite considerar, junto al tema del aburrimiento, una figura importante que centra su mismo valor en el concepto de diferencia: la figura del marginal, del “extraterritorial” o el outsider. Es una figura basada en el ejercicio de la diferencia frente a lo común, y lo aceptado. El outsider encarna la diferencia y se convierte, él mismo, en una excepción viviente que juzga –aun sin pretenderlo– todo ámbito constituido por la uniformidad convencional.

Es una figura que ha existido en todas las épocas y culturas, aun con diferente grado del mantenimiento de la diferencia. El marginal representa, en cierto modo, cuantos rasgos positivos caracterizan la diferencia y el rechazo del contexto negativo de la diferencia. Su postura permite captar el sentido de la diferencia. Y, lo que es más importante, el verdadero marginal se encuentra moldeado por el dolor de la diferencia, siendo una encarnación de esa diferencia.

Del mismo modo que la diferencia presenta múltiples facetas y puede estar presente en diferentes ámbitos, el outsider puede tener configuraciones muy diferentes. Y puede encontrarse en ámbitos muy diferentes, que van desde la vida cotidiana a las expresiones más ricas del conocimiento, del arte, de la vida política y de distintas actividades prácticas.

El outsider pasa, en ocasiones, a formar parte de los libros de historia. Pero, la mayoría de las veces, su existencia y su obra quedan confinadas a la letra pequeña de esos mismos manuales, si es que perdura su recuerdo. Porque muchas veces no queda ni eso. Su existencia termina en la pérdida absoluta. Como si con ello mostraran que el sentido de la diferencia es el de perder siempre en un mundo donde sólo parecen ganar las positividades más radicales. Pues el outsider es, la mayoría de las veces, un perdedor. Lo que ocurre es que su existencia ilumina el posible sentido positivo que la imagen del “perdedor” puede poseer.

En ocasiones, el marginal renuncia a lo común con una gran teatralidad, como si necesitara señalar sus diferencias respecto a lo convencional y establecido de un modo explícito. Sin embargo, no es necesario que el outsider muestre los rasgos de la diferencia que le caracterizan, si esta diferencia es lo suficientemente fuerte y se encuentra debidamente fundamentada.

No es necesario que la diferencia se revista de teatralidad y se muestre de modo ostensible. Si la diferencia está basada en fundamentos sólidos, puede erigirse orgullosamente con la modestia del silencio y el orgullo del propio convencimiento, que no necesita nada externo a ellos. Es importante tenerlo en cuenta, porque muchos de los más radicales outsiders conviven en el silencio de la cotidianeidad más uniforme y en el aparente aburrimiento de la existencia propia de nuestra sociedad contemporánea.

Algunas de las más importantes contribuciones de la filosofía se encuentran elaboradas por outsiders que, aun sin parecerlo, son más radicales en su rechazo de la uniformidad que aquellos que pregonan su marginalidad, O que han tomado como profesión –triste profesión– la de ser modelos de algo que nunca puede ser imitado. Porque la diferencia no admite aduladores y nunca podrá ser realmente imitada."

Ignacio Izuzquiza, La filosofía como forma de vida, Síntesis, Madrid, 2005. 

Nunca escribas fuera del margen


Cuánta espontaneidad y creatividad destruimos simplemente porque no cuadran con nuestros prejuicios y expectativas...

(Y qué grande es Quino... :). Fuente: Quino, Potentes, prepotentes e impotentes)

19 de septiembre de 2014

Inicios


1981. Octubre (creo). Tenía año y medio. En la azotea de la casa de mis abuelos.

Me dieron un cartón de tabaco (mi padre fumaba mucho, por entonces) para jugar, y un par de pinzas. Destrocé el primero en pocos minutos (siempre se me ha dado bien romper cosas...), y con las segundas hacía ruiditos golpeando una con otra y trataba de abrirlas (esto, naturalmente, me lo han contado; yo no recuerdo nada...).

Todavía no caminaba, y sólo acertaba a decir "ma", "pa" y "ti". De hecho, no mejoraría apenas hasta los tres años. Nunca he sido dicharachero; me agrada el silencio. Parece que ya entonces me gustaba...

Y, hoy, me gusta, asimismo, el peto de pana que me pusieron; y también ese jersey de lana. Era un día de cielo azul profundo, pero fresco, digno de un equinoccio riguroso. Como, quizá, ya no los hay.

"Vaya pequeñajo", me digo. Un niño siempre es un absoluto misterio: qué hará, cómo vivirá, cuáles serán sus principios. Hay tantas posibilidades para él. Tiene todo el universo abierto. Sólo tiene que escoger... y esperar que los obstáculos no le impidan ser él mismo.

Es bonito verse así: infantil, inocente, ingenuo, desconocedor de todo... También ahora desconozco mucho, todavía. Hay tiempo, sin embargo, para mejorar. En eso debería consistir todo ese tinglado extraño y ligeramente absurdo (pero precioso...) que llamados 'vida'. Intentar conocerte mejor, crecer, evitar el dolor, conseguir (en la medida de lo posible) que el sufrimiento (propio y ajeno) se achique al mínimo. Como reza una frase que encontré por ahí: "Todo lo que tenga vida que sea liberado de sufrimiento". Es un deseo hermoso y admirable. 

Pero, también, es bueno reírse. Es estupendo, de hecho. No tomarnos demasiado gravemente y dejar que aflore el cachondeo y lo liviano le pegue un buen mordisco a la trascendencia. 

¿Quién es ese niño que mira la cámara, medio embobado? Soy yo, pero... ¿qué queda de él en mí? ¿Cuánto persiste aquí dentro, y cuánto he dejado en la cuneta?

Me contaron que rompí el cartón de tabaco y me fui a comerme mi papilla de lentejas (tomaba dos platazos enormes muy a menudo...). Parece que ya entonces sentía cierto apego por las deliciosas legumbres.

Ya tengo, pues, algo más que me une, y en modo alguno se trata de algo baladí, con ese pequeño y cándido ser que una vez fui...

14 de septiembre de 2014

Criaturas


La vi ayer, sábado, por la noche. Era sencilla, hermosa, y muy joven; quizá aún ni siquiera mayor de edad. Su figura, delicada y delgada, brillaba a la luz amarillenta de las farolas. Pero, también, parecía emitir luz propia, una luz que destellaba en sus brazos desnudos. Esos brazos estaban extendidos, embutidos entre las rejas del parque Sant Pere, y se movían lentamente.

Enseguida supe qué hacía: acariciaba a la gatita, blanca, preciosa y cariñosa, que vive en el parque, y en donde algún (o, más probablemente, alguna) entusiasta de los bigotudos le ha construido una especie de refugio con cartones y cinta de carrocero. Supe lo que hacía, aquella muchacha, porque es lo mismo que hago todas las noches, cuando voy de camino hacia la casa de mis abuelos: dejar caer mis manos en el lomo suave y peludo de aquella mansa criatura, que se acerca a ti, confiada. Tiene un efecto inmediato, ese palmoteo: me calma, relaja cuerpo y mente. Las manos acarician, la gatita ronronea y lanza quejidos leves, como pidiendo que no pares, que sigas y sigas... Y, entonces, te devuelve (caso de haberlo perdido) el bienestar. Es el mejor lenitivo que conozco, un sedante para calmar las amarguras de la jornada, para olvidar el bochorno nocturno de septiembre o para tomar fuerzas, en mi caso, de cara a la noche que me suele esperar en casa de los yayos...

Me sorprendió que aquella muchacha no estuviera, como es norma y casi obligación social un sábado por la noche, arreglándose, calzándose sus taconazos, llenando de pintura su rostro, aguardando el momento de irse adonde (casi) todos van... No, ella no. Ella vestía modestamente, como de ir por casa, con sencillas sandalias y una larga y ancha camiseta blanca. Parecía ajena, de hecho, a lo que le rodeaba. Miraba, enternecida, a la criatura, como absorta en aquel animal, dedicándole toda su atención y su amor. La gatita (estoy seguro) ronroneaba igual como lo hacía conmigo; y puede incluso que aún más, dada la delicadeza de aquellos dedos. Yo pasé a su lado, al lado de aquellas dos criaturas simbióticas, que se ofrecían dicha a coste cero... Quise detenerme allí, para participar de aquel universo de emoción y ternura, para brindar mi mano también, pero me sentía extraño, como si no fuera el momento, así que les dejé en su ensimismamiento, a las dos.

¿Puede un segundo, un instante fugaz, una visión momentánea, revelar cómo es una persona? Un hecho no es bastante para enjuiciar a nadie, y un acto no descubre a un ser humano. Y, sin embargo, aquellos ojos, la bondad que trasmitían, los brazos rozando la piel del blanco animal... Como decía Petrarca, "a veces se lee el corazón en la frente". Sí, ella trasmitía la sensación de que no era como los otros, como las otras. Reconozco que aquella imagen, la de la niña y la gatita, caldeó mi corazón e hizo que brillaran los ojos, de satisfacción. Quién sabe si, tras el instante de contacto gatuno, la niña volvería a su casa y transformaría su exterior (tal vez, incluso, su interior...) para seguir la dirección establecida. Puede, sí. Y, pese a ello, una convicción muy intensa me señala lo contrario.

Por la calle circulaban coches a mucha velocidad, con músicas retumbantes, se oían gritos alrededor y el alcohol parecía impregnar el ambiente... Y, no obstante, nada de todo aquello, nada de lo que existía en torno suyo, parecía importar para aquella chiquilla y su minina. Sí, como si hubieran creado su propio mundo.

Es de suponer que jamás la volveré a ver. Llevo un año y medio yendo a casa de mis abuelos y es la primera vez que advierto su presencia. Es, seguramente, uno de esos seres que aparecen en tu vida, instantáneamente, y que desaparecen, acto seguido, para no regresar jamás.

Pero, al menos, la que seguirá allí es la preciosa gatita, cuya existencia me recordará, cuando vuelva a acariciar su lomo de nieve, la de esa otra criatura que, por un momento, se cruzó en mi camino. Dos esencias, dos organismos preciosos ligados, en un momento único, por la belleza y la ternura.

(Imagen: Usneando)

13 de septiembre de 2014

Ristra bibliográfica


Hace unos días la bibliotecaria de Beniopa (Gandía) me reprendió por devolver los libros tarde. Era justa, sin duda, la sanción, pues los tuve en mi poder casi una semana más de lo establecido. Así que me quedo sin poder pillar nuevas obras hasta el equinoccio, por lo menos...

Eso me hizo pensar, sin conexión aparente, en los libros que había ido leyendo en estos últimos años, tanto los propios como de propiedad pública. Recordé que, hace ya un lustro, le pedí a esa misma bibliotecaria que estaría bien tener un registro de los libros que habíamos tomado prestados, para así, en el futuro (es decir, ahora) poder echar la vista atrás y comprobar cuáles fueron nuestros autores, nuestros temas, nuestros géneros... Si en parte somos lo que comemos o lo que escuchamos (música, me refiero), no menos somos lo que leemos, le dije.

La bibliotecaria me miró, sonrió, y me dijo que aquello no era posible en el sistema electrónico de préstamos, y bla, bla, bla... O sea, que me quedé con las ganas de poder extraer un listado de los libros leídos (devorados y regurgitados...) que las arcas del ayuntamiento me cedieron tan amablemente. Pero la idea se me quedó en la mente, y decidí hacerme yo mi propia lista, algo tan sencillo y rápido que capto por qué diantres no la he confeccionado desde hace décadas. 

Sé que un listado así no importará un carajo a nadie... Y no se trata de un ejercicio de arrogancia lectora (un: "mira qué interesante soy, nena..."), pero sí, quizá, de un modo de no perder las anotaciones (suelen desaparecerme las cuartillas a diario...), cosa que lamentaría mucho... Además, puede que dentro de diez años eche un vistazo a esta lista y, con nostalgia, rememore lo que fui, y cómo me moldearon esos libros que leí, que hice míos, desde que abrí sus páginas y me introducí en sus entrañas.

Y ahí va, sin más, mi lista de libros leídos en los dos últimos años. Menciono el título, el autor y el género (N: novela; C: cuentos; DC: divulgación científica; E: ensayo; P: poesía; T: teatro; B: biografía; M: Miscelánea). Abarca desde septiembre de 2012 hasta agosto de 2014.

1- "3001", de A. C. Clarke (N)
2- "Un matemático lee el periódico", de J. A. Paulos (E)
3- "Meditaciones", de F. Kafka (M)
4- "Un ermitaño en París", de I. Calvino (B)
5- "La nube negra", de F. Hoyle (N)
6- "Poemas esenciales del simbolismo", selección de Pedro Plasencia (P)
7- "Antropología filosófica", de J. San Martín (E)
8- "Filosofía contemporánea", de M. Cruz (E)
9- "Pensamiento filosófico español", M. Maceiras (ed.) (E)
10- "Breve historia y antología de la estética", de J. M. Valverde (E)
11- "El lugar maldito", de D. Koontz (N)
12- "Historia Fontana de la Astronomía y la Cosmología", de J. North (DC)
13- "Crónicas del sistema solar", de F. Anguita y G. Castilla (DC)
14- "Factótum", de C. Bukowski (N)
15- "Fundamentos de Filosofía de la Ciencia", de J. A. Díez y C. U. Moulines (E)
16- "Corrientes actuales de filosofía", de Mª C. López Sáenz (E)
17- "El Horla y otros cuentos fantásticos", de G. de Maupassant (C)
18- "Problemas de la filosofía", de B. Russell (E)
19- "La República de los fines", de J. Claramonte (E)
20- "Darwin y el diseño inteligente", de F. Ayala (DC)
21- "España invertebrada", de J. Ortega y Gasset (E)
22- "La conjura de los necios", de J. K. Toole (N)
23- "Relatos" VV. AA. (C)
24- "Todo es eventual", de S. King (C)
25- "Nunca fue tan hermosa la basura", de J. L. Pardo (E)
26- "La vida en la Tierra", de J. Erickson (DC)
27- "Filosofía zombi", de J. Fernández (E)
28- "Ulyses II", de Ignasi Mora (N)
29- "Los invitados al jardín", de A. Gala (C)
30- "El viaje al poder de la mente", de E. Punset (DC)
31- "Ahora hablaré de mí", de A. Gala (B)
32- "Atando cabos", de E. A. Proulx (N)
33- "El sonido y la furia", de W. Faulkner (N)
34- "Galileo", de S. Drake (E)
35- "Historia de la Filosofía Española Contemporánea", de M. Suances (E)
36- "Un maestro de Alemania (Heidegger)", de R. Safranski (E)
37- "La escritura necesaria", de J. L. Sanpedro (B)
38- "La naturaleza humana", de J. Mosterín (DC-E)
39- "Heidegger y la crisis de la época moderna", de R. Rodríguez (E)
40- "Las preguntas de los grandes filósofos", de L. Kolakowski (E)
41- "Diez teorías sobre la naturaleza humana", de L. Stevenson y D. Habermann (E)
42- "Las aventuras de Tom Sawyer", de M. Twain (N)
43- "Aspectos inusuales de lo sagrado", de F. García (E)
44- "El universo ambidiestro", de M. Gardner (DC)
45- "El silencio de las sirenas", de A. García (N)
46- "Jim Botón y Lucas el Maquinista", de M. Ende (N)
47- "Antropología y Fenomenología", de J. San Martín (E)
48- "La realidad oculta", de B. Greene (DC)
49- "Para una superación del relativismo cultural", de J. San Martín (E)
50- "Maleficio", de S. King (N)
51- "Contra las patrias", de F. Savater (E)
52- "Viaje a Oriente", de H. Hesse (N)
53- "Últimas tendencias del arte", de Y. Aznar y J. Martínez (E)
54- "Cuentos", de A. Chéjov (C)
55- "Platero y yo", de J. R. Jiménez (P)
56- "Capitanes intrépidos", de R. Kipling (N)
57- "10 biografíes, d´astrònom a astrònom", VV. AA. (DC)
58- "Las palabras perdidas", de J. Díaz (N)
59- "El principito", de A. de Saint Exupéry (N)
60- "El príncipe destronado", de M. Delibes (N)
61- "Diez negritos", de A. Christie (N)
62- "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", de P. Neruda (P)
63- "Los desposeídos", de U. K. Le Guin (N)
64- "La carnaza", de E. Zola (N)
65- "Guillermo Tell", de F. Schiller (T)
66- "Cándido", de Voltaire (N)
67- "Introducción a la teoría literaria", de J. Domínguez (E)
68- "¿Qué diría Sócrates hoy?", de A. George (E)
69- "El cor del minotaure", de C. Enguix (P)
70- "Réquiem por un campesino español", de R. J. Sender (N)
71- "El mal", de R. Safranski (E)
72- "Hamlet", de W. Shekaspeare (T)
73- "El universo para curiosos", de N. Hathaway (DC)
74- "León Bocanegra", de A. Vázquez-Figueroa (N)
75- "Eufemia", de Lope de Rueda (T)
76- "Cuentos escogidos", de M. Gorki (C)
77- "Lolita", de V. Nabokov (N)
78- "Religión y Ciencia", de B. Russell (E)
79- "El libro de los hechos insólitos", de G. Doval (M)
80- "La busca", de Pío Baroja (N)
81- "Filosofía de la Naturaleza", de G. San Miguel (E)
82- "La niebla", de S. King (C)
83- "Las bicicletas son para el verano", de F. Fernán-Gómez (T)
84- "Cumbres borrascosas", de E. Bronté (N)
85- "La solitud poblada", de R. Casanova (P)
86- "Los 100 mejores cuentos del Mulá Nasruddín", de B. Ruiz (compilador) (C)
87- "Viaje a los centros de la Tierra", de V. Horia (E)
88- "La flecha negra", de R. L. Stevenson (N)
89- "Los santos inocentes", de M. Delibes (N)
90- "Las fronteras de la persona", de A. Cortina (E)
91- "La vida de los planetas", de R. Corfield (DC)
92- "Romeo y Julieta", de W. Shekaspeare (T)
93- "La filosofía como forma de vida", de I. Izuzquiza (E) 
94- "El origen del diálogo y la ética", de E. Lledó (E)
95- "Tao te ching", de Lao-Tsé
96- "De la Tierra a la Luna", de J. Verne (N)
97- "La revolución cultural", de L. A. de Villena (E)
98- "En las orillas del Sar", de R. de Castro (P)
99- "Tres sombreros de copa", de M. Mihura (T)