12 de julio de 2008

En la soledad

"No amé al mundo, ni el mundo me quiso a mí.
No adulé sus jerarquías, ni incliné
paciente la rodilla a sus idolatrías.
No he forzado sonrisas en mis mejillas, ni gritando
adorando un eco; entre la multitud
no me contaron como uno más.
Estaba con ellos, pero no era uno de ellos.
Estuve y estaré sólo, recordado u olvidado"

Lord Byron, Childe Harold, canto III, CXIII

6 de julio de 2008

Perderse y encontrarse



Jamás me cansaré de intentarlo. De recordarlo a quienes lo saben; de descubrírselo a quienes lo ignoran. Por favor, hacedlo alguna vez. Lo suplicaré, si es necesario, os daré lo poco que poseo fuera de mí y todo lo que, espero, aún puedo ofreceros de mi interior, pero hacedlo. Sé que no es fácil, que os imagináis peligros a cada paso, una recompensa escasa, si acaso existe, y vanos sufrimientos en pos de algo intangible. Y sí, tal vez es así.

No obstante, repito, concededme ese favor, y nunca volveré a importunaros. Venga, sí, armáos de valor, creedlo posible, pensad en las posibilidades. Sóis capaces de hacerlo. Lo sé.

Os diré, si bien lo sabéis muy bien, el equipaje: un petate, cantimplora, un saco para la noche, las amadas avellanas, y el sueño de vivir. Olvidáos de todo lo demás, que es mucho pero apenas nada, realmente. Seguid la senda, o abridla vosotros mismos. Amad lo que acontece a vuestro paso, lo que dejáis atrás y lo que anhelamos encontrar a continuación. Mirad hacia arriba, a los lados, abajo y en ese interior de cada uno de vosotros mientras avanzáis. Y luego, cuando caiga la noche, cerrad los ojos y abrid los sentidos y el alma a esa magia irrepetible llamado Cosmos.

Subiros la cremallera del saco, regocijáos del fresco nocturno y dejad de pensar. Sólo sed. Y entonces, como dijo Joseph Conrad, os daréis cuenta de algo de lo que muy pocos, creo, son conscientes: "Creí que era una aventura y, en realidad, era la vida".

Felices sueños.