25 de julio de 2014

(En sólo) 48 horas

Dos días pueden dar para mucho; o para apenas nada. Con la "Xiqueta" suelen acontecer lo primero. Anclada desde hacía dos meses en la misma tierra, me pedía a gritos un meneo por la carretera. Accedí a su ruego. Y me regaló momentos y ambientes... sencillos y asombrosos.

Primero, a la montaña. No tuve que cavilar mucho: fui cerquita de casa, a un pico que, cuando era más joven, habituaba a subir y en cuya cumbre dormía con el saco cuando aún dejaban hacerlo, cuando aún había sitio allá arriba. El Montdúver. Me quedé a sus faldas, eso sí, sin ascender hasta lo más alto. No es julio mes propicio para garbeos senderistas.



El Montdúver, visto desde la Font de la Drova


Descansé en el párking de la Font de la Drova, sin nadie al lado. Era delicioso el tiempo (l´oratge, más propiamente dicho, aunque sea en otra lengua...). Comí y me dediqué a la siesta. Y estaba a punto de ponerme a caminar cuando vino la colla... Grupitos de chavales, scooters, coches... griterío, diversión. Iban a competir, toda la tarde, en un torneo de fútbol en el campo anexo. Vale. Para ellos, pues.



Párking de la Font de la Drova, aún en completa soledad


Arranqué y bajé unos kilómetros, hasta otro parque, este más íntimo y escondido. De momento, al menos. Un vecino, que ya nos conocía porque somos asiduos a ese parque (somos, sí, plural: la "Xiqueta y yo; ¿o acaso la vamos a valorar como un mero amasijo de hierros, maderas y tornillos? No en este caso: en ella hay ''algo'', algo que vive, que palpita... Quien no ha vivido junto a ella no puede entenderlo...), un vecino, decía, nos saludó y charlé con él de mundanidades, hasta que se acercó un perrazo vagabundo y advertí, con satisfacción, que el buen hombre le alimentaba y le proporcionaba agua, a lo que el animal correspondía con compañía y presencia.


Un agradable parque... y no digo dónde

Di un paseo tras la charla, escuché los 'gorjeos' de las palomas y me tomé un aperitivo de zarzamoras (aún les quedan un par de semanas para estar bien maduras), justo antes de meterme en casa, cenar y hablar con mi progenitora (que rió al saber que estaba a escasos cuatro kilómetros de ella... y eso que me había ido "de viaje"). La noche pasó plácida, de no ser por la visita de los mosquitos, que se cebaron una vez más conmigo, pululando por la capuchina bien relajados. Supongo que mis feromonas les deben poner; siempre lamenté que no sucediera lo mismo con las lindas muchachas, cachis...


Sueño... puñeteros mosquitos.

Me desperté temprano, para sacar más partido a las horas. Ya hacía calorcillo; el mistral había empezado a desaparecer y nos devolvía el levante húmedo y repelente... Pero, no sé si por el hecho de volver a dormir en mi casa (hogar, retiro, santuario, caracol... llámese como se desee), porque me esperaba una playita agradable, o porque la vida es una maravilla para todo aquél que sabe para qué diantres está aquí (y para el que no lo sabe, también), el caso es que me sentí alegre. No sé ni por qué, pero me dio por sacar mis víveres de la nevera y los armarios, ponerlos todos juntos e inmortalizar el momento. Vaya gilipollez, sí... pero échenle la culpa a los mosquitos, que me robaron el descanso...


Mis viandas para el viaje: faltan algunos plátanos, casi toda la sandía y los frutos secos, devorado todo ello el día previo. Sí, es cierto: hay carne en exceso... :P



Vaya cara... Y con barba de un mes (que no me vea mi abuelo...)

Me puse en marcha y la "Xiqueta" me acercó a la Playa de Tavernes. Le saludaron otras casas móviles a la llegada a la explanada. Ella se sentía a gusto, lo sé, rodeada por sus colegas... Es más sociable que yo...



La "Xiqueta" y sus 'socias'

Nada más llegar no perdí un minuto y me dirigí a la playa. Dejando atrás los edificios y un chiringito ruidoso apareció un largo kilómetro de arena solitaria y no edificada, un pequeño paraíso de tranquilidad, con dunas a tu espalda, un sol amable tostando el cuerpo y el mar abierto y que llamaba... Media hora recibiendo los rayos y no aguanté más. El agua estaba templada, deliciosa. Me quedé una hora larga allí dentro, nadando, buceando a ciegas, haciendo el muerto, dejándome llevar por las olas... Una gozada.


Tranquilidad, soledad, sosiego, sol, dunas y agua calmada. Un regalo.

Pero, de nuevo, al volver para comer se fueron acumulando alrededor coches y más coches, y presentí que, de cara a la noche, habría jaleo, de modo que arranqué y decidí ir a la Alquería del Duc, cerca de Gandía, para ver cómo estaba el humedal en este año, el más seco en los últimos ciento cincuenta. Me alegra ver que las aves (patos, foges y otras...) aún permanecen allí, pese a que la extensión haya disminuido tanto. Pero las advierto, agazapadas, a resguardo del sol entre las cañas y los matorrales. No obstante, parecen cansadas, tristes; no sé si es por la falta de lluvia o por el incordio del "bum bum bum" que truena a escasos doscientos metros, cortesía del señor alcalde y que constituye un fenomenal "efecto llamada" para la turba de jóvenes (algo descerebrados...) que no tienen más anhelos que la playa, el alcohol y... más alcohol.


L´Ullal Gran, en la Alquería del Duc

Quizá deberíamos hacer saber, a los responsables de turno, que el silencio y el ruido no pueden convivir. Que sólo cabe uno u otro; y que el silencio es frágil, endeble, fácilmente absorbible por el ruido, que lo mata y erradica sin esfuerzo. El silencio, sin embargo, es un estado natural; el ruido, por el contrario, es creación humana. Y juntar ambos, tan dispares, en una misma parcela es una salvajada. Porque el ruido no muere ante el silencio. Por tanto, éste último es el único que debe protegerse. Quizá por eso la apariencia cansada, abatida, de las aves... Han perdido su paz, su mundo callado; y están trastornadas... 

Con ese ambiente, dormitar allí era impensable. De modo que, desgraciadamente (y ya van...) tuve que buscar una alternativa, y la encontré, al fin, en otro lugar común, la playa de Piles. Allí descansé, escuché mis músicas, me tragué un par de novelitas cortas, di un paseo al atardecer y acabé con mis existencias alimenticias por completo...

Poco quedaba ya por hacer, a la noche. Me quedé mirando a un gato vagabundo (no es él; en otra ocasión ya hablaré de ese "otro gato"...), a las parejas que hacían deporte nocturno, al señor de la silla de ruedas que paseaba a su perrazo, y a las estrellas, que les dio por salir tenues, entre una bruma levantina que enturbiaba el cielo.

Gastos: 20 euros de gasoil; 0 euros en comida (la traje toda de casa...)

Beneficios: 48 horas de dicha, pilas cargadas y anhelos de volver pronto a la carretera. 

Creo que, obviamente, me ha compensado...

Eso sí: añoro un viaje de un mes o dos, y añoro a alguien con quien compartir todo ese tesoro de vivencias.

Duerme, hasta que te requiera de nuevo y tengas a bien acompañarme, y yo a ti...

Duerme, Amiga mía.



Crepúsculo en la playa de Piles

(Imágenes: El Hermitaño)

18 de julio de 2014

La buena 'educación'

"Gracias a la instrucción obligatoria, hay menos analfabetos y más imbéciles"

Albert Guinon

Azul caribeño y metáfora vital


Siempre me emociona este episodio de 'Doctor en Alaska', y fundamentalmente su final. Y no por visto, ya que calculo que habrán sido por lo menos unos 200 los visionados (no exagero nada, soy un friki "ciceliano").

Si alguien siente una pizca de curiosidad por saber de qué va tal episodio, puede echar un vistazo a mi comentario aquí.

Y la música de Enya siempre es un aliciente más... 

15 de julio de 2014

Opus 400

Hubo un tiempo, meses atrás, en el que pensé que este blog ya no tenía ningún presente, y mucho menos algún futuro.

Yo había cambiado; ya no era aquel solitario, aquel introvertido tipo de 25 años que quiso poner algo (muy poco... ) de su vida aquí, en estas notas. Tras años de introspección, de encierro en mí mismo, por fin había dado el paso. Entre otras cosas, el de intentar amar y ser amado, sobretodo en un ámbito y con una profundidad desconocida hasta ese momento. Y lo logré.

Ya no soy, en efecto, plenamente, aquel solitario; y, sin embargo, lo sigo siendo. Y lo seré siempre. Y siempre necesitaré mi espacio, mi retiro, mi silencio y mi soledad. De modo que este blog debe seguir vivo. Y crecer. Quizá perviva a la par que su creador...

Ha habido tres fogonazos, tres descargas emocionales, tres chutes de dopamina, en menos de un año. Ando agotado aquí (pecho...), pero gracias a esas inyecciones he vivido lo que nunca soñaba vivir. 

Alba, Meg y Nora.

Ellas han cambiado todo.

Para vosotras, ésta canción.

Amor, pasión y amistad.

(PD: Con este hacemos 400. Ojalá haya muchos más por delante...)




"My darling girl, my darling girl.
Mi querida niña, mi niña querida.

You're all that matters in this wicked world,
Tu eres todo lo que importa en este mundo malvado,

all that matters, all that matters.
todo lo que importa, lo único que importa.

My darling boy, my darling boy.
Mi querido niño, mi niño querido.

All of my sunshine and all of my joy.
Todo mi sol y toda mi alegría.

You're all that matters.
Tu eres todo lo que importa.

All that matters.
Todo lo que importa.

Well, I can't stop the pain when it calls.
Bueno, yo no puedo parar el dolor cuando llama.

I'm a man.
Soy un hombre.

And I can't stop the rain when it falls, my darling, who can?.
Y no puedo parar la lluvia cuando cae, mi amor, ¿quién puede?.

My darling girl, my darling girl.
Mi querida niña, mi niña querida.

You're all that matters in this wicked world,
Tu eres todo lo que importa en este mundo malvado,

all that matters, all that matters.
todo lo que importa, lo único que importa.

My darling friend, my darling friend.
Mi querida amiga, mi amiga querida.

All we've got going is love in the end.
Todo lo que tenemos en marcha es el amor al final.

It's all that matters, all that matters.
Esto es todo lo que importa, lo único que importa".

Ofrenda


Si hay algo que deseo profundamente que crezca en el huerto, que desarrolle frutos bellos y grandes, sabrosos y dulces, ese 'algo' es la sandía.

Aprecio todo por igual, todo lo que, echado a la tierra, brinda alimento, por escaso o poco rico que esté (desde la albahaca a los tomates, desde los pepinos a las cebollas, o desde las lechugas a los cacahuetes)... pero, las sandías, son especiales.

Quizá por ser tan vulnerables al "poll", como decimos aquí, quizá por crecer (si así lo desean los hados...) tan rápida y espléndidamente, hasta adquirir tamaños enormes y pesos de varios kilogramos, quizá porque es una de las plantas más delicadas y que más cuidados y mimos requiere (o eso creo...).

O, quizá se deba, sin más, al placer inigualable que produce llegar a casa todo sudado, cubierto de polvo y de cansancio, tras una mañana bajo el sol de verano (aunque últimamente no son muchas las mañanas así y hago bastante el gandul..., sí, tengo que reconocerlo), abrir la nevera, sacar un par de rodajas frescas de sandía, roja, con pepitas (sí, la sandía, la buena, la de siempre, ''debe'' tenerlas...) sentarte en el suelo (una excentricidad mía...), ver acercarse a los gatos... y zamparte esa delicia de agua y fructosa, tal vez con un poco de pan (hábito herencia de mi abuelo... a quien le doy las gracias por revelarme esa jugosa combinación).

No conozco otro modo mejor de recuperar líquidos, fuerzas, energías, de sentirte vivo y lleno de vigor, otra vez.

Y todo gracias a unas pequeñas plántulas que, debidamente tratadas y acariciadas y, con la venia de la Providencia (que puede ponerse de nuestro lado... o no), surgen, germinan, brillan, irradian y, finalmente, nos obsequian con un apetitoso bocado, el mejor que el verano nos puede proporcionar.

Y, además, sin tener que ir a comprarlo. Es llegar al huerto, cortarlo y, de ahí, a la boca.

¿Puede haber algo más satisfactorio?

(Imagen: El Hermitaño)

Tradición repugante



"Entraron, y, dirigidos por el 'Carnicerín', se colocaron cada uno en su
sitio. Había empezado la corrida; la plaza estaba llena. Se veían todas las
gradas y tendidos ocupados por una masa negra de gente.
Manuel miró al redondel; iban a matar al toro cerca de la barrera, a
muy poca distancia de donde ellos estaban.

[...]

Aplaudió la gente y comenzó a tocar la música. El lance le pareció
bastante desagradable a Manuel; pero esperó con ansiedad. Salieron las
mulillas y arrastraron al toro muerto.

[...]

Un monosabio se acercó al caballo, que seguía estremeciéndose; el
animal levantó la cabeza como para pedir auxilio; entonces el hombre le
dio un cachetazo y lo dejó muerto.

-Yo me voy. Esto es una porquería -dijo Manuel al señor Custodio; pero
no era fácil salir de allí en aquel momento.

[...]

Manuel, sin decir nada ni hacer caso de observaciones, salió del
tendido. Bajó a unas galerías grandes, llenas de urinarios que olían mal,
y anduvo buscando la puerta, sin encontrarla.

Sentía rabia contra todo el mundo; contra los demás y contra él. Le
pareció el espectáculo una asquerosidad repugnante y cobarde.

Él suponía que los toros era una cosa completamente distinta a lo que
acababa de ver; [...] veía una cosa mezquina y sucia, de cobardía y de intestinos; una fiesta en donde no se notaba más que el miedo del torero y la crueldad cobarde del público recreándose en sentir la pulsación de aquel
miedo.

Aquello no podía gustar -pensó Manuel- más que a gente como el
'Carnicerín', a chulapos afeminados y a mujerzuelas indecentes".


Pío Baroja, "La busca" (1903).

11 de julio de 2014

Alturas (otra vez)


Hace casi tres años, en lo alto del Pic del Penyagolosa (Castelló). 1.814 metros sobre el nivel del mar... y 1.814 segundos (o por ahí...) de puro disfrute en las alturas.

Cielos azules, silencios largos y buenas perspectivas, todo el resto del mundo por debajo de ti. Se relativizan los problemas, todo se achica, haciéndose menudas las preocupaciones... Allí te das cuenta de que sólo importa... lo que realmente importa. 

Me dio envidia el vigilante, trabajando (viviendo, divirtiéndose...) allá arriba. Era una chica con mucha suerte.

Espero que sea consciente de ello.

(Imagen: El Hermitaño)

9 de julio de 2014

Trampa juvenil

"El consumismo: hipócrita y mentirosa diagnosis de la sociedad, contienda en la que todo vale, y donde la publicidad inventa virtudes, omite alertas, planifica obsesiones y prefabrica gustos en un ingrediente de alto riesgo social (...). De ahí que construyan alrededor de los jóvenes un muro de ruida, de violencia de alucinaciones, de pobre imaginería; de ahí que hagan lo posible y lo imposible para que los muchachos y muchachas se evadan de la realidad, se enclaustren en el vacío, no se hallen en el mundo como en su hogar, sino como en una casa ajena.

Ojalá que, pese a todo y a todos, sepan rescatar su fresca identidad y que, aún en medio de tanto fogonazo y tanto estruendo, sepan escuchar los latidos de su propio corazón. Y, también, los del corazón ajeno."

Mario Benedetti

7 de julio de 2014

Paraíso de retiro


Hogar de retiro... de plegarias, de sueños, de temores. De grandezas, de contactos con lo divino, dentro de ti y en la inmensa estepa que rodea la ermita de San Baudelio, en Soria.


Y las noches... Ay, las noches. Tapizadas de estrellas, con el espinazo de la Vía Láctea atravesando el cielo. Uno, diez, cien, mil... incontables astros. Negrura y silencio. Mirada hacia afuera; mirada hacia adentro.

Cielo y tierra entrelazados; cuerpo y espíritu, también.

Un sueño. Un lugar de maravillas. De vivencias únicas.

Y que insta a volver. Y muy pronto...

(Imagen: El Hermitaño)