Hice este vídeo seis meses atrás, casi en el solsticio de verano, en el pico del Molló de la Creu, a unos 490 metros sobre el nivel del mar.
Me gusta recordar lo bien que se está en las alturas, cómo se siente uno allá arriba, solo, aislado, extraviado.
Es una sensación extraña, como si nadie más existiese, y el mundo estuviera abierto a tus pies...