28 de abril de 2006

Luz y mundos cercanos; un vistazo a la familia del Sol



El Sol, motor de la vida en el Sistema Solar.



Mercurio, tórrido y solitario.



Venus, cercano y hostil.



Sin comentarios.



La Luna, eterna acompañante.



Marte, el sueño del futuro




















Júpiter, gigante, estrella frustrada.



Saturno, poesía planetaria.



Urano, frío y oscuridad.



Neptuno, azul profundo en la distancia.

Más de allá de todo ello, la inmensa lejanía del espacio profundo. Polvo, restos de vaporosos cometas y algún pedrusco ocasional. Silencio, profundidad y vacío.

27 de abril de 2006

Dinero y trabajo, presa y esclavo

El dinero es el 'valor' general de todas las cosas, constituído en sí mismo. Ha despojado, por lo tanto, de su valor peculiar al mundo entero, tanto al mundo de los hombres como al de la naturaleza. El dinero es la esencia del trabajo y de la esencia del hombre, enajenada de éste, y esta esencia extraña le domina y es adorada por él.

Karl Marx, 'La cuestión judía'.

Retrospectivamente, cabría decir que hay poco en común entre las diversas filosofías asociadas al nombre de Marx. Sin embargo, los tres aspectos mencionados -la filosofía del hombre, la teoría de la historia y la concepción del valor- pueden considerarse, de hecho, como intentos separados de articular una misma intuición. Estudiamos un sólo tema fundamental al ocuparnos de la naturaleza del hombre, del movimiento de la historia o de la estructura de los valores económicos. No se trata de la conciencia, sino de aquello que la crea y determina; es algo material, puesto que su esencia consiste en la transformación de la naturaleza; es también algo social en la medida en que tiene lugar en el seno de las relaciones entre los hombres. Al considerar que se trataba del "trabajo", Marx devolvía al corazón de la filosofía política el concepto que explica, no ya la condición del soberano, eclesiástico, jurista o propietario, sino la del hombre común cuya actividad sostiene la 'superestructura' de la que aquéllos se nutren. El trabajo es la esencia humana y la fuerza motriz de la historia; es el trabajo el que aparece en las formas ficticias del valor de mercado, y es el trabajo lo que puede ser alienado o restituido, lo que determina la felicidad y la desdicha de la humanidad.

Roger Scruton, 'Historia de la filosofía moderna'

25 de abril de 2006

Vida, evolución y muerte



Hace unos días, la gata que tengo en mi refugio de Marxuquera dio a luz a cinco bellos gatitos. Como pensador peripatético que soy, siempre que esto sucede me lanzo a reflexionar acerca de la vida, la muerte y el significado de la misma existencia. Generalmente casi nunca llego a ninguna conclusión, pero, en caso contrario, tampoco me creo la conclusión en sí: ventajas de ser un pensador peripatético... .

La cosa es que hoy he subido hasta el refugio para ver las evoluciones de esos seres diminutos y frágiles, y me he encontrado con uno menos; de cinco, tan sólo quedan cuatro. Si bien es cierto que uno de los pequeños adolecía de una ligera incapacidad para mamar como lo hacían los demás y que, además, no parecía estar tan desarrollado como sus hermanos, nunca llegué pensar que moriría, pues creía yo que, tarde o temprano, también él tendría posibilidades de alimentarse.

Pero no. Ha muerto. Y ello me ha hecho pensar en la evolución, en el hecho de que, en efecto, los seres vivos con menor adaptación o con ciertas taras limitantes tienden a ser eliminados por la selección natural. En cierto modo, es lógico que suceda, pues ¿de qué le sirve a la naturaleza un ser que es 'inferior' en recursos a sus hermanos, un ser que está un peldaño por debajo que sus conjéneres en los designios que la naturaleza le ha impuesto? No olvidemos que la naturaleza no conoce de moral; la crueldad es un concepto humano y, como tal, es desconocido en el reino animal. Si un gatito, por muy bello y dulce que sea, tiene limitación a la hora de obtener alimento, seguramente también estará limitado cuando crezca y precise alimentarse por su cuenta. Así pues, no hay que esperar a entonces; se elimina ahora y asunto arreglado. Puede parecer duro, pero es la ley de la vida.



Tras esto, he recordado a aquellas gentes que niegan la evolución, que la ven como una teoría, no como un hecho. Creen que es absurdo descender de los monos (lógico, puesto que no descendemos de ellos). Desprecian que la idea de que la selección natural es la responsable de toda la belleza del mundo biológico. Y creen las revelaciones de Darwin son sectarias, parciales y claramente inexactas. Además, sostienen que la evolución aún guarda ciertos aspectos oscuros o inexplicados (cierto, aunque ello no implica su supuesta invalidez general).

Por mucho que lo intento, no los comprendo; y no soy capaz porque, simplemente, se trata de observar las pruebas que hay a tu alrededor. No exige que 'creas' a este u otro científico o a algún cantamañanas sabelotodo el cual te asegura que la evolución existe. No es necesario. Aceptar la evolución como un hecho tan sólo requiere de una mente abierta y reflexiva, capaz de interpretar lo que observa. ¿Por qué motivo sino la mejora de la propia especie ha muerto el gatito de mi refugio? La evolución es un proceso que favorece el desarrollo de la vida, sus defensas ante ataques y desgracias y la continuidad natural de la propia existencia biológica. ¿He de pensar en otros motivos, más rebuscados y confusos, para explicar la muerte del pequeño felino?

Se trata de saber las cosas por tí mismo, comprobar la verdad por tí mismo; ¿hay algo más valioso que eso?

23 de abril de 2006

En la luz, a la espera



Mirando el cielo uno puede encontrar estímulos muy especiales: recuerdo que fue contemplándo cuando decidí escribir un libro de Astronomía; también lo miraba mientras me juraba que conseguiría vivir en una autocaravana antes de cumplir los treinta; y, asimismo, recuerdo haberlo visto (y sentido) cuando me prometí cumplir algunos de mis grandes sueños de juventud; algunos se han cumplido, otros aún no (lógico, pues aún soy joven...), pero casi todos los grandes momentos, ideas y sentimientos han sido consecuencia de entrar en contacto con el cielo estrellado. No es algo que busco; simplemente, sucede.

Hoy, cayendo el día, he ido a una montaña cercana, atravesada por una detestable autopista, ruidosa e intrascendente. Mientras veía pasar a a toda velocidad los automóviles, también aparecían esas maravillosas casas rodantes, frutos sabrosos pero inalcanzables (de momento, tan sólo). Suponía yo que mi anhelo de vivir en una de ellas cristalizaría en unos dos o tres años, pero ahora el tiempo me apremia más que nunca, y quizá el sueño se convierta en realidad en, como máximo, unos diez u once meses: más no soporto, no soy capaz.

Viendo el aumento imparable del precio del crudo, y sintiendo en mi interior que hay que aprovechar el ahora, el momento, y no esperar el futuro incierto, necesito imperiosamente el contacto con la libertad, la naturaleza, la exploración y la tranquilidad y soledad; y todo esto, que ya disfruto en pequeñas dosis desde hace unos años, puede explotar a un nivel inimaginable si consigo hacer mía una de estas maravillas de la técnica y la independencia. Quizá no viva permanentemente en ella, tal vez me limite a unos días o semanas, para después regresar al nido estable de la ciudad, pero al menos sentiré la experiencia única de la emancipación total, el aislamiento absoluto mientras me rodea tan sólo el cielo estrellado y el camino abierto a mis pies, únicas necesidades reales, como bien decía Stevenson.

Sin embargo, aún restan unos meses para la meta; aún debo sacrificarme de verdad, a lo largo de cuatro largos meses, si quiero hacer real lo que ahora tan sólo es un deseo vaporoso. Si lo consigo, entonces ya estaré en condiciones de sacar mi orgullo, estallar de alegría y mirar al mundo con ojos nuevos. Entonces, si el momento llega, volveré a mirar al cielo, en busca de nuevos retos, nuevas emociones y renovados bríos para cumplirlos. Unos nacerán, otros quedarán en deseos. En ello, de hecho, consiste esto de vivir.

21 de abril de 2006

Antes del inicio



¿Qué había antes del nacimiento del Cosmos? ¿Hay alguna manera de saberlo? Por definición, con antelación al Big Bang, simplemente, no había nada. Si el Big Bang marca el inicio de la materia, del espacio y el tiempo, entonces previo a él sólo existía la nada, el no ser, la no presencia. Es decir, no había absolutamente nada que escuchar, ver u oir.

La ciencia nos revela qué sucedió justo una fracción millonésima de segundo después del inicio; para dilucidar lo que pasó antes, tan sólo nos sirve la inspiración, la instrospección y, quizá, la magia, el arte o la reflexión filosófica más ardiente y alejada del racionalismo convencional.

Entramos en el terreno de la metafísica exacerbada, de las especulaciones fantásticas, y es un terreno movedizo, irregular y desesperante. Si Dios hizo al Cosmos, ¿dejó pruebas de lo que existía antaño a esta creación? ¿Podemos alcanzar algún saber acerca de la nada, o estamos destinados a mantener nuestra ignorancia al respecto durante la eternidad? ¿No estaremos, al hacernos estas preguntas, acercándonos a la mente del Creador, a sus porqués? Si no había nada con anterioridad al Big Bang, ¿por qué tuvo que hacer un inicio, por qué no existe el Universo desde siempre? ¿No es acaso el principio un signo claro de que hay una intención, una motivación de que la consciencia y la inteligencia se pregunte acerca de su propia esencia? Un Universo eterno no requiere un inicio, un punto de partida; pero un Big Bang, un instante tras el cual se crea la materia y el espacio-tiempo, ¿no sugiere la existencia de la Voluntad?

Tal vez este Universo sea uno más dentro de muchos (o infinitos), creándose y destruyéndose sin cesar a lo largo de incontables eones. Quizá vivimos en un Universo destinado a desaparecer algún día en un Gran Colapso, para después renacer con nuevas condiciones físicas, en las que la vida posiblemente no tenga lugar o sea algo tan sublime que lo conocido hoy en la Tierra parezca insignificante y estéril. Quizá el destino de estos multi-universos sea la de una continua creación y destrucción, sin inicio ni fin reales, tan sólo una infinita sucesión de nacimientos y muertes.

Tales posibilidades son, a un tiempo, abrumadoras y fascinantes. Lo raro, lo sorprendente, lo que aún extraña más, es que seres tan poco privilegiados como nosotros seamos siquiera capaces de imaginarlas.

20 de abril de 2006

Tarde de lluvia, oscuridad y luz



Me he escapado esta tarde a las montañas, deseoso de entrar en contacto con ellas tras un tiempo dedicado al trabajo, como dije ayer. También me atraía el ambiente, brumoso y gris. Al llegar esperaba que la lluvia tardara en aparecer, pero debió saber que iba, pues enseguida empezó a descargar, frustrando por completo mis intenciones.

Así que fui hasta mi refugio, a pocos kilómetros de allí, desde donde podía contemplar a placer todo el espectáculo y, quizá, atisbar el arco iris o algún otro fenómeno singular. Tras unos minutos de lluvia normal de repente el cielo, abriéndose, devolvió al Sol todo su merecido protagonismo, desapareciendo las nubes en el oeste; sin embargo, seguía lloviendo, e incluso se oían los truenos en la distancia. Llegó entonces un instante de magia al ver resplandecer todo con la humedad recién recibida, mientras la luz del Sol, fuerte y poderosa, intentaba evaporarla de las hojas y la hierba, y el fuerte rugido de la tormenta arreciaba en medio de todo ello.

Después entró en escena una enorme y densa nube negra, que ocultó por completo a la estrella, retornando la oscuridad y el frío. Fue entonces cuando me fijé en las diferentes capas de nubes: unas eran grises, y se dirigían raudas hacia el oeste, mientras que las otras, por encima de aquellas, eran blancas y cruzaban el cielo en dirección contraria.

Justo cuando me marchaba, las nubes se disiparon y el Sol terminó por ganar la batalla. Volvió a reinar el astro del cual todos dependemos, y el azul profundo, moteado por algunos desechos nubosos de la tormenta primaveral, recogió el testigo de la negrura ya pasada.

Esto es la primavera, amigos. Deberíamos echar un buen vistazo a lo que nos rodea de vez en cuando; así seríamos más humanos, y evitaríamos que nos carcomiera la rutina o el aburrimiento. De hecho, más que ver hay que sentir, pero ello quizá sea demasiado para el mundo en el que vivimos. Si ya resulta complicado detenerse y contemplar, aún más reflexionar y meditar acerca de lo visto, oído o sentido. Es el sino de la sociedad: aquí, ahora y punto y aparte.

Ellos se lo pierden.

19 de abril de 2006

Regalos caídos del cielo



Hoy se cumple un año desde que empecé a publicar estas reflexiones, opiniones y revelaciones acerca de mí mismo, el mundo y el Cosmos. Cuando inicié el camino, sin saber muy bien hacia dónde me llevaba, sentía que podía pasar de todo: cansarme a los cinco días, obsesionarme con la idea de publicar a diario, terminar odiándolo... . Por suerte, nada de ello ha sucedido. Pese a los altibajos, obligados por asuntos de trabajo o de infortunios informáticos, siento que esto aún está fresco, que aún tiene mucho (casi todo, de hecho) que ofrecer. En un año han sucedido muchas cosas, pero lo importante es seguir luchando, abriendo sendas, acercando lo lejano y anhelando esos sueños que tan utópicos parecen.

Recuerdo que hace un año estaba en la biblioteca, pasando las hojas de una revista de divulgación fácil, y me encontré con algo relacionado con los blogs. Me tentó; se lo comenté a un amigo, y me dijo que en su caso se creía demasiado vago para llevar cierta regularidad (hoy, sin embargo, escribe casi a diario...). Yo supe que era una oportunidad para mejorar, para aprender y, sobre todo, para compartir. Y así ha sido.
Hasta el momento, se han publicado más de 140 posts, dos cada cinco días de media, algunos un tanto superficiales (lo reconozco), otros más logrados, y unos pocos que me sorprende incluso a mí mismo el haberlos escrito, por su profundidad y calidad (modestia aparte).

Ha caído por aquí un poco de todo: mucha Astronomía, algo de filosofía, un poquito de política y religión, aspectos personales, rabias, felicidades... . Para dar más variedad, es posible que incluya en el futuro algunos comentarios literarios o de crítica cinéfila, dentro de mis modestos conocimientos y percepciones. Al mismo tiempo, quizá inserte algunas reflexiones del pasado, que conservo gracias a un voluminoso diario personal (más de 2.000 páginas en apenas siete años...), y que me gustaría compartir con los escasos pero siempre bienvenidos errantes virtuales que pasan por esta página dejada de la mano de Dios.

Para mí, tener un blog ha sido un regalo, un obsequio inesperado, cortesía de no sé muy bien quién, y al que le estoy sumamente agradecido por permitir que cuando me dé la gana pueda yo verter a la red mis más sinceros, sangrantes, trascedentales y personales delirios.

Un blog es un regalo caído del cielo, y hay que aprovecharlo.

18 de abril de 2006

Hermitañismo renovado



Ay, cómo necesitaba volver a la normalidad. De una forma u otra, lo cierto es que la estabilidad ha regresado a mi vida de golpe, desde varios frentes. He visto como mi madre, cuya pierna había quedado aniquilada desde octubre del año pasado, daba sus primeros pasos sin ni siquiera una ligera cojera. He vuelto a disfrutar del descanso, tras unos días de breve pero intensa actividad laboral. He vuelto a seguir el ritmo del estudio, el cual podría darme la llave de acceso a un nivel de saber que ahora desconozco por completo. Y he regresado a Internet eliminando los problemas de antaño, superando las dificultades de los últimos cinco meses y recuperando las ganas de hacer de este blog, ahí es nada, un puente entre los hombres y mujeres y las estrellas.

Si lo he conseguido, en este primer año de andadura por las autopistas de la información (justo mañana es el aniversario...), genial. Si no, aún me quedan para lograrlo unos cuántos miles de millones de años, antes de que la Tierra sea chamuscada por las lenguas de fuego de un Sol moribundo.

Espero tener tiempo suficiente... .

1 de abril de 2006

El rubio infinito

Apareces de improviso
rompiendo el silencio hostil,
iluminando el frío pasillo.

Caminas encorvada
arrastrando sillas de ruedas,
acompañando a gentes diversas.

Nadie repara en tí,
ignorando ellos lo que pierden,
deseando tú que lo hagan.

Tu nombre es de otra época,
alargando él su extensión,
minvando tú tu importancia.

Hablas con voz cadenciosa,
adormeciendo el espíritu
vaciando todo posible mal.

Miras con ojos de avellana,
derritiendo tensiones,
creando el bienestar del Universo.

Te corona larga melena rubia,
dorando el espacio a tu paso,
perfumando el tiempo de anhelos.

Vistes blanca bata,
simbolizando la pureza más dulce,
destilando luz a raudales.

Pareces venir de un mundo distante,
incomodando a unos pocos estúpidos,
sorprendiendo a todos los conscientes.

Pareces vivir en un mundo distante,
anclando en el puerto del olvido,
naufragando en un mar que no es el tuyo.

Ahora te alejas de mí, indiferente,
llevando contigo mi destino,
esperando yo tu vuelta.

Lloro cuando por fin desapareces,
volviendo a mí la triste vida,
recuperando el vacío su duro dominio.

Pero recordaré siempre tu infinito rubio,
alumbrando tu andar los negros días,
llenando tu fuerza el frío paso de los años.