1 de abril de 2006

El rubio infinito

Apareces de improviso
rompiendo el silencio hostil,
iluminando el frío pasillo.

Caminas encorvada
arrastrando sillas de ruedas,
acompañando a gentes diversas.

Nadie repara en tí,
ignorando ellos lo que pierden,
deseando tú que lo hagan.

Tu nombre es de otra época,
alargando él su extensión,
minvando tú tu importancia.

Hablas con voz cadenciosa,
adormeciendo el espíritu
vaciando todo posible mal.

Miras con ojos de avellana,
derritiendo tensiones,
creando el bienestar del Universo.

Te corona larga melena rubia,
dorando el espacio a tu paso,
perfumando el tiempo de anhelos.

Vistes blanca bata,
simbolizando la pureza más dulce,
destilando luz a raudales.

Pareces venir de un mundo distante,
incomodando a unos pocos estúpidos,
sorprendiendo a todos los conscientes.

Pareces vivir en un mundo distante,
anclando en el puerto del olvido,
naufragando en un mar que no es el tuyo.

Ahora te alejas de mí, indiferente,
llevando contigo mi destino,
esperando yo tu vuelta.

Lloro cuando por fin desapareces,
volviendo a mí la triste vida,
recuperando el vacío su duro dominio.

Pero recordaré siempre tu infinito rubio,
alumbrando tu andar los negros días,
llenando tu fuerza el frío paso de los años.

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