20 de abril de 2006

Tarde de lluvia, oscuridad y luz



Me he escapado esta tarde a las montañas, deseoso de entrar en contacto con ellas tras un tiempo dedicado al trabajo, como dije ayer. También me atraía el ambiente, brumoso y gris. Al llegar esperaba que la lluvia tardara en aparecer, pero debió saber que iba, pues enseguida empezó a descargar, frustrando por completo mis intenciones.

Así que fui hasta mi refugio, a pocos kilómetros de allí, desde donde podía contemplar a placer todo el espectáculo y, quizá, atisbar el arco iris o algún otro fenómeno singular. Tras unos minutos de lluvia normal de repente el cielo, abriéndose, devolvió al Sol todo su merecido protagonismo, desapareciendo las nubes en el oeste; sin embargo, seguía lloviendo, e incluso se oían los truenos en la distancia. Llegó entonces un instante de magia al ver resplandecer todo con la humedad recién recibida, mientras la luz del Sol, fuerte y poderosa, intentaba evaporarla de las hojas y la hierba, y el fuerte rugido de la tormenta arreciaba en medio de todo ello.

Después entró en escena una enorme y densa nube negra, que ocultó por completo a la estrella, retornando la oscuridad y el frío. Fue entonces cuando me fijé en las diferentes capas de nubes: unas eran grises, y se dirigían raudas hacia el oeste, mientras que las otras, por encima de aquellas, eran blancas y cruzaban el cielo en dirección contraria.

Justo cuando me marchaba, las nubes se disiparon y el Sol terminó por ganar la batalla. Volvió a reinar el astro del cual todos dependemos, y el azul profundo, moteado por algunos desechos nubosos de la tormenta primaveral, recogió el testigo de la negrura ya pasada.

Esto es la primavera, amigos. Deberíamos echar un buen vistazo a lo que nos rodea de vez en cuando; así seríamos más humanos, y evitaríamos que nos carcomiera la rutina o el aburrimiento. De hecho, más que ver hay que sentir, pero ello quizá sea demasiado para el mundo en el que vivimos. Si ya resulta complicado detenerse y contemplar, aún más reflexionar y meditar acerca de lo visto, oído o sentido. Es el sino de la sociedad: aquí, ahora y punto y aparte.

Ellos se lo pierden.