25 de marzo de 2008

A perseguir el Sol (interludio andariego)



Sabemos que partimos de Villalonga. Sabemos también que (el así llamado) destino está próximo a Almansa. Intuimos por donde transitaremos entre ambas urbes, por lo menos a grandes rasgos. Y esperamos no tardar mucho más de unos diez días (el recorrido es, naturalmente, con el único auxilio de nuestros pies, piernas, brazos y mentes). El resto, prácticamente todo, lo dejamos en manos de la sabia (y, a veces, algo maliciosa, como sabemos) Providencia.

Habrá mucho que disfrutar (seguramente también algo que sufrir, lo cual no es nada malo), momentos especiales y vivencias hoy inimaginables. Pero este tipo de viajes brindan algo que, más allá de senderos, paisajes, monumentos o gentes, es para mí especialmente valioso, algo que llevo demasiado tiempo sin degustar: se trata del placer inigualable de desconocer, por completo, dónde vas a extender el saco para dormir cada noche, cuál será el rostro del planeta al día siguiente cuando, aún dominado por la somnolencia, despiertes.

Acaba de brotar la primavera, recién nacida y ansiosa ya de vida y Aventura. Eso es, también, lo que nos espera a nosotros: Vida y aventura -son la misma cosa, en realidad-, y a todo aquel que quiera y se arriesge a buscarlo: Camino, Sol y lo que el mundo ofrezca.

Nos veremos, pronto.

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