12 de diciembre de 2008

Resonancias



Desde que me sugirieron hace dos semanas una resonancia magnética para descartar una hipotética presencia tumoral imbuida en mis intersticios cerebrales, como una criatura fatal agazapada por los surcos del lóbulo parietal, me encadené a una percepción del yo y el mundo aciaga e infausta. Las tiniebas se cernieron, invencibles, sobre mí, y tuve la seguridad de que existía efectivamente tal ente, que había medrado en los fluidos de la testa desde hacía muchos meses y que ahora, harto de su silencio y anonimato, hacía su alevosa aparición pública, para desgracia del que esto suscribe.

Imaginando el más negro de los abismos por llegar, un funesto devenir plagado de visitas a hospitales, sesiones de quimio y radioterapia, anclado al brazo de mi madre, débil, achacoso y sin cabello, suponía que mi hora estaba al llegar. Extrañas dos semanas, sin poder echar ojo a los libros de texto (¿para qué estudiar, quién desea hacerlo cuando su vida ulterior pende de la interpretación de una resonancia magnética?), vagando en desdichadas brumas mentales, previendo lo peor y desamparado ante la firmeza de la rueda del karma; quizá era el momento de pagar, en efecto, por cuentas pendientes de otras existencias pasadas. Tal vez mis errores cuando lobo, mis excesos cuando secretario real, mis malas artes comerciales durante el Siglo de las Luces...

Pero no, no hay nada malo aquí dentro (y toco, a Dios gracias, mi sana sesera, para regocijarme del éxito). Sólo materia gris convencional -eso sí, algo lenta y torpe en sus disquisiciones, decisiones e ideas-, sin inquilinos inoportunos. Sólo espacio para ser llenado (o vaciado), sólo aquello que hace humanos a los humanos, que nos permite ser y continuar siendo, sin los impedimentos de malignas y pérfidas alimañas corroyendo nuestras entrañas.

La sola posibilidad de ese tumor, su eventual traza en la resonancia, fue suficiente para desbaratar una vida, tranformándola en vacía y estéril. Si la posibilidad se hubiese tornado en certeza, no sé qué hubiese pasado. Por eso aplaudo a quienes han sabido sobrellevarse a tal fatalidad, a quienes no han tenido tanta suerte como yo y se han visto golpeados por ella, a veces hasta el límite de sus fuerzas, hasta desfallecer de dolor, impotencia y amargura (tengo casos muy cercanos...) Requiere un valor que quizá yo no tendría, unas agallas que impiden nuestro desplome anta tanta adversidad. Muchos belomes, un coraje que, quizá, también nos muestra quiénes somos y dónde estamos dispuestos a llegar por seguir aquí, al pie del cañón.

Hay mucho aún por hacer. Si la Providencia no se entromete y deja correr el tiempo, habrá oportunidad de nuevos libros que escribir, de nuevas cumbres que escalar y de todo un mundo que compartir. Esto, amigos, apenas ha empezado aún.

7 comentarios:

. dijo...

Si hay algo cierto en esta vida es que podemos morir en cualquier momento. Entonces, como decía Ortega, mejorar apurar cada hora como si fuese la última.

saludos

M. Domínguez Senra dijo...

Está bien la reflexión y bien está también porque todo ha acabado bien. Y yo que me alegro.

elHermitaño dijo...

Saludos, bLuEsMaN, bienvenido. Lo de Ortega es una vieja castaña, sí, pero cuánta razón lleva...;)

Gracias, como siempre, Aa:)

Abrazos a ambos.

La gata sobre el tejado dijo...

Que decirte... te puedo asegurar queridisimo hermitaño, que se puede sobrellevar, uno, dos incluso tres... que las fuerzas se te van por el retrete cada vez que te vuelven a decir que volvemos a empezar de nuevo con la lucha... y nunca saben donde está el final de la misma...

Siempre hay fuerzas, porque cuando tú desfalleces, encuentras manos. hombros, brazos, corazones en los que apoyarte.... y sí, es jodido vivir cada dia sabiendo que podemos morir, en cualquier momento, pero más jodido es morir y darnos cuenta en el ultimo momento que no hemos vivido....

Un beso fuertisimo.

elHermitaño dijo...

Gata, tú más que nadie sabe lo que significa y cómo afecta ese sufrimiento. Yo sólo puedo imaginarlo en la distancia. Tu última frase es maravillosa, cuánto la admiro...

Besos, amiga mía.

Morpheus dijo...

Me alegra saber que estás bien. Temo imaginar lo malas que deben haber sido esas 2 semanas.

Quizá te interese este vídeo que vi hace un tiempo: http://www.youtube.com/watch?v=hKRgLvmamUY

Es una fuente de inspiración.

Saludos

elHermitaño dijo...

Gracias, Morpheus, por tu comentario.

El vídeo resume perfectamente la actitud que hay que tener ante lo peor que te 'da' la vida; la muerte. Un ejemplo de integridad y vitalidad, sin duda, del que muchos debemos aprender. Es fácil hablar del tema teóricamente, pero cuando la situación es tan grave muchos sucumben... yo, en parte, lo hice, y eso que se trataba sólo de una hipotética posibilidad, probablemente curable en no muy largo plazo...

Un abrazo, amigo Morpheus.