7 de agosto de 2014

Pasión-Amor-Amistad

"El dominio mutuo, la conquista definitiva sucede al proceso del cortejo. Es la decisión de aceptar al objeto o persona amados. Esta decisión se encuentra teñida de sombras y nunca comporta seguridades y certezas absolutas. Pero lleva a instaurar una particular situación de diálogo y de transposición de valores. Se trata de la instauración de un sujeto compartido: de un yo que es tú y viceversa. Es el dominio absoluto de uno por el otro. La más absoluta enajenación. Por eso se vive como una especie de locura. Y, por eso, quien ha llegado a este momento parece, a ojos de los demás, alguien enloquecido. Alguien poseído por la sagrada manía del amor [...].

Sin embargo, el culmen del proceso del amor se encuentra en la vida diaria, en el diario compartir común de tareas, sentimientos y dudas. Es el amor vivido en la normalidad, sin estridencias. El amor duradero. El amor que crea sentimientos de ternura infinita. En este estadio, el amor debe resolver pruebas contundentes y muchas veces se verá amenazado de muerte.

Pero el amor desemboca en una verdadera paradoja: en la amistad más sincera, que lleva a compartir de un modo natural lo que se ha debido conquistar o lo que ha estado matizado por la fuerza de la pasión. La amistad es el triunfo del amor más profundo. Ya no necesita manifestación estridente alguna. El amor como amistad ha superado toda violencia y se establece sobre la igualdad, sin necesidad alguna de estar dominado por el poder. Es el destino para el que prepara los sinsabores de un verdadero proceso amoroso."

Ignacio Izuzquiza, en 'La filosofía como forma de vida', Síntesis, Madrid, 2005.

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