27 de agosto de 2006

Constante de Hubble: edad y expansión del Universo



Hace unos días leí una noticia que, a ojos del neófito, no es más que un galimatías. Rezaba más o menos así: "El telescopio Chandra ha obtenido datos que permiten fijar la constante de Hubble en un valor de 77 (km/s)/Mpc". Evidentemente, para comprender este titular hay que entender un poco de cosmología, pero lo importante no es la dificultad de la críptica nota, sino sus implicaciones.

La constante de Hubble es un parámetro fundamental para descubrir dos aspectos trascendentales del Universo en el que vivimos: desvela, primero, la edad del mismo Universo, y, segundo, permite conocer con qué velocidad de expande. Es decir, la constante de Hubble es, casi casi, la piedra Rosseta de la cosmología.

Un valor de 77 (km/s)/Mpc equivale a un Cosmos con una edad de, aproximadamente, 14.000 millones de años. Cuánto más alto es este valor más juventud tiene el Universo, y a la inversa. Hace décadas hubo un intenso debate acerca de cuál era, si 50 (que proponía gente como Alan Sandage) o 100 (hipótesis del francés Gerard de Vaucouleurs). Ahora, Chandra, un telescopio espacial que observa el cielo de los rayos X, ha terminado por aclarar el panorama, y resulta que el intervalo más probable es, paradójicamente, un término medio casi exacto. Anteriormente, otros ingenios espaciales habían obtenido valores similares (aunque ligeramente más bajos), de modo que ahora estamos razonablemente seguros de que el Cosmos, en efecto, tiene una edad de 14.000 millones.

Maravilla saber que tan sólo con un ojo (caro) que mira el tapiz del Universo con gafas especiales podamos descubrir algo tan elemental como la vejez de la estructura cósmica. Esto es un paso enorme en el saber cosmológico: podemos estar seguros que el Cosmos tuvo un principio, un origen, 14.000 millones de años atrás. Es decir, quizá algo movió al Universo a nacer, a existir. No estuvo aquí desde siempre, no es un ente infinito en el tiempo, perenne y constante: si ha nacido, tal vez tenga su muerte, cuando se expanda indefinidamente, y la energía se distribuya entre tanto espacio que se convierta en un lugar frío, sin estrellas, sin galaxias, y sin vida. Ahora que estamos razonablemente confiados en el Universo tiene un inicio en el tiempo, debemos llegar a conocer también si tendrá un final, y cómo será éste.

Poco a poco, sin prisas, nos acercamos al saber verdadero del Cosmos.

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