13 de junio de 2008
De la hormiga a lo absoluto
Detenéos por un momento y contemplad todo lo que hay a vuestro lado. Por ejemplo, dejad atrás la ciudad, el pueblo o cualquier calle. Adentráos por un sendero, solitario (él y vosotros, a poder ser), y percibid. Cuando camino así suelo encontrar ríos serpenteantes de hormigas, a las que intento no pisotear, seres organizados y trabajadores que son todo en grupo y nada por sí mismas. ¿Somos también así los humanos? ¿Es deseable que lo seamos? Ninguna hormiga destaca sobre las demás, ninguna parece especial. Gregarismo es igual a mediocridad. ¿O no?
Ahora prosigamos hacia las montañas. Dirijamos nuestros sentidos en dirección a esas maravillas rocosas de tierra, hierba y selva de árboles. A veces salen de entre ellas montones de aves, pájaros que vuelan armoniosos con sus perfiles. Alguna ocasión se ve un halcón que, libre de las ataduras de la gravedad, planea en las alturas, observando lo que hay por debajo. Diríase que detecta mucho más que las hormigas, que su visión es más amplia. El mundo para él tiene otra escala, una nueva dimensión (metafórica y literalmente). Mucho mejor, pues. ¿O no?
Un vistazo ahora a nuestro amigo el cielo, ese firmamento burbujeante de estrellas. Si hay un ser inteligente en otro mundo distante, tal vez se pregunte hasta dónde alcanza su comprensión y su percepción del Cosmos. Tal vez se cuestione si se cree que lo sabe todo, si se ve a sí mismo como la cima de lo consciente. Su ciencia, su arte, la religión, la filosofía, o sus formas de entender la vida que para nosotros nos resultan inconcebibles, ¿son ellas, se dirá esa criatura, la culminación de su existencia? Inteligencia es igual a compromiso, a una pugna mental y espiritual por saber qué se es y hacia dónde nos impele la misma vida. ¿O no?
Por último, imaginemos un ser omnipotente y omnisapiente, conocedor de toda roca, toda chispa de vida y toda conciencia. Poseedor de cualquier estímulo, impulso, sensación o sentimiento del universo. Cualquier lágrima, el más nimio sufrimiento, el goce más efímero y superfluo. Un Dios, sí, pero no le llamemos así. Su excelencia es absoluta, su conocimiento, universal. Nada está fuera de él, no tiene carencia ninguna. Él lo es todo. No se pregunta, no se cuestiona. No hay interrogaciones, nunca más una curiosidad, un deseo por aprender, un amor que compartir. Su existencia está más allá de la realidad. Una meta deseable, quizá, para cuando hayamos muerto. ¿O no?
Hormiga, halcón, ser inteligente o esencia todopoderosa. Tal vez estemos en disposición de elegir. Tal vez no. Puede que haya quien siempre sea hormiga, comprometido con el grupo; otro se verá halcón, vividor por encima de los demás, pero a su vez ignorante de lo presente más allá de los cielos; otro más existirá en un cúmulo de divagaciones, contradicciones y búsquedas, sin cesar de reflexionar, anhelando una respuesta o un por qué; y unos pocos seguirán en su inexpugnable torreón, a años luz de toda vida, superiores a la concurrencia de seres de rebaño, la plebe despreciable. O eso, al menos, creerán ellos.
Uno no sabe lo que es. Casi, ni siquiera merece la pena planteárselo. Sólo se trata de un juego. ¿O no?
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5 comentarios:
¡O no! (oh no). Perfecta parábola, Hermitaño. Un día una profesora de secundaria (ahora entregada al análisis de las imágenes), me dijo que los alumnos que se sentaban delante de todo querían llamar la atención de los compañeros, y los alumnos que se sentaban atrás de todo lo que querían era llamar la atención del profesor. Conquistarlo. Creo, con muy poco margen de duda, que es así.
*
Te refieras a los intereses, al punto de vista o a la organización social, está claro que cada cual tiene sus inclinaciones y pulsiones.
El gregarismo ejemplificado en las hormigas adquiere a veces el cariz de linchamiento, aunque tiene cosas buenas. El halcón puede degenerar en el desarraigo y el individualismo en su peor versión. Fui hormiga, fui pájaro grande y pájaro pequeño, fui osa y hasta loba, ahora soy yo. Como ando a mal con el Orden Cósmico, lo veo como una odiosa plantilla burocrática que hay que rellenar indefinidamente y que una no sabe si ya está traspapelada pero sí sabe que es inútil. Mi fe queda reservada para de+fe+nder que la vida de cada cual se cumpla.
Saludos.
Pues sí, amiga. Cada cual a lo suyo; no importa si sólo correteas como una araña, vuelas como abeja o piensas como inteligencia. Todo, en el fondo, viene a ser lo mismo.
El caso es existir (perdón, EXISTIR) y reír, llorar, disfutar y gozar hasta donde uno pueda. Y punto.
Gracias, Marta, un abrazo.
Pues entendido como juego que trae la reflexión me gusta.
Por desgracia creo que la percepción que tenemos de nosotros mismos y de los demas es totalmente subjetiva y por tanto mero espejismo de nuestro estado anímico, nuestros intereses y vivencias( que influyen en la perspectiva que usamos para analizar(nos).
Quizá lo de ser hormigas no nos termine de gustar, más aun si el resto de las opciones a las que nos conduces denotan un mayor grado de evolución o libertad. Pero lo cierto ( jeje perdona esta aseveración) es que ser ermitaño( aunque sea con H) resulta muy complicado y que la percepción que tenemos de la realidad viene ínfluida por la educación que tuvimos como hormiguitas.
No sé muy bien en qué grado de consciencia me encuentro( las clasificaciones y jerarquías me aburren por no entenderlas), pero cada día me creo más ameba.
Saludos ( me gustó)
Concuerdo contigo, tequila. Hay días que me creo sabio, otros idiota. Unos me vanaglorio de ser como soy, considerándome afortundado y especial, otros me digo a mí mismo: "¿quién coño te crees que eres?".
Pero sí, el caso es que sigo siendo un hermitaño (ché, con hache, con hache...jeje), si bien antes (¿o era ahora?) también tengo algo de hormiga.
En fin, que seamos lo que seamos, la cuestión es, sin caer en un falso hedonismo, pasarlo lo mejor que podamos y gozar al máximo. 'Tempus fugit'. Aprovechémoslo.
Gracias por tu comentario, un abrazo.
Gracias por tu comentario, y perdona mi ausentismo.... siempre he sido una lectora silenciosa en tu blog. A partir de ahora dejare huella.... Por cierto, yo soy de donde vives... supongo que te encontre por eso... o por las coincidencias de la vida.... Un abrazo que fluye
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