8 de septiembre de 2008

El fin del letargo (abandono la cárcel)



Hoy he vuelto a nacer.

Porque, sin saberlo, había muerto a finales de junio. Atrapado entre las ruinas de mi anterior vida, aquella que ofrecía todo el alimento que necesitaban cuerpo y alma, fui perdiendo la existencia y languideciendo al ritmo de una rutina idiotizante. Me vi a mí mismo corrompido, falso, abandonado y ausente del mundo. ¿Dónde estaba? ¿Quién era, yo? ¿Qué había sido de mí?

De esto que hago ahora, esta redacción a pelo, he sido privado en los dos meses y medio que duró el cautiverio. Si me hubieran arrancado el corazón, entregándolo después a los perros, no hubiese sentido tanta infelicidad y desdicha. Miserable, alienante, entontecedora, calcada día tras día, vacía en esencia y perversa, mi última vida semeja una estancia en el calabozo de la mente, donde denegan el pan (la escritura), el agua (las lecturas), el aire libre (las montañas) y el contacto con tus semejantes.

Trabajo y enseñanza estructurada; ésos han sido mis demonios. Por separado puedo con ellos, es fácil tumbarlos porque no exprimen, secándola, la vida interior. Aprietan, sí, pero no les dejo ahogar. Mas, fusionados, estos diablos duplican su poder. Mis fuerzas desfallecen, abdico y me arrastran a los desmayos de una existencia plana y vulgar, dominada y patética, como gusta a quienes sueñan con un mañana de autómatas y obedientes sujetos, inmersos en la aceptación y el destino impuesto por los otros.

Por suerte, cuando parecía que iba a unirme a ellos, cuando creían que la cárcel me había matado por dentro, vislumbré, por entre mi ventana, esa silueta mágica, enorme y sublime. La cima, bordeada de jirones de nubes, aullaba; su llamada, su invocación, el toque de diana. Y a renacer.

Ave fénix que resurge de unas cenizas aún llameantes, sol naciente que brota entre nieblas, criatura que rompe el cascarón para descubrir el mundo nuevo. Emerjo para ser otro, para mudar de piel como la serpiente. No es primavera, todavía, pero noto que todo florece de nuevo.

Y, a los que seguís por aquí pese a todo, abrazos infinitos.

(Fotografía de Xavier Catalá)

5 comentarios:

M. Domínguez Senra dijo...

Renacer o metamorfosis, lo que sea, aquí cerca nos encuentra.

Cariátides dijo...

Enhorabuena pues si te distes cuenta. Enhorabuena pues decidiste que esa vida no era para ti. Enhorabuena pues ahora tienes el pincel en tus manos y sabes que puedes dibujar tus días y tus noches a tu gusto. Enhorabuena por despertar en tu nueva conciencia.

Un abrazo fuerte. Hacía tiempo que no pasaba por aquí amigo. Te invito a que compartas con nosotros tu nuevo mundo, tu nueva vida.

natalia manzano dijo...

te deseo buen renacer

La gata sobre el tejado dijo...

Re-Nacer... de cualquier modo, como ave fenix, como serpiente, como árbol, como gato.... Renacer...

Vivir cada momento siempre nuevo, y sentirnos recien nacidos, con esa capacidad de sorprendernos que se nos va olvidando con los años....

De vuelta a mi islita, y sin deshacer maletas... Pronto estaré de nuevo por tu montaña...


Un beso de esos que estremecen un corazón, ahora re-nacido

elHermitaño dijo...

Gracias a las cuatro, "hermitañas".

Últimamente sólo recibo palabras de las amigas féminas. Se ve que los caballeros prefieren otros lares, menos interiores, menos introspectivos, más en la onda fácil de una entrada bien masticada y digerida.

Típico.

P.D: Cari, por aquí tengo un relato que escribí hace unos años sobre un caracol... si te interesa, házmelo saber :)

P.D: apneica, creo recordar que hablaste de escribir un nuevo libro. Suerte con él.

P.D: gata, espero tu vuelta por estos parajes. Te aguardo bajo la sombra del Montdúver... ;)

De nuevo, gracias a todas.