“Fue el tiempo de una terrible exaltación de la piedad. El
mundo había encontrado nuevamente la luz, y la oscuridad ya no existía.
Porque la Humanidad había sentido en su alma la conciencia
del infinito, y el horizonte de la vida era cada vez más grande y cada vez más
azul.
El hombre ya no podía soportar el espectáculo del
sufrimiento ajeno, y se desvivía por los demás. El rico había comenzado por
desprenderse de lo superfluo y quería compartir con sus semejantes lo
necesario, y el pobre se resistía a tomarlo, y ambos eran felices.
Pero al corazón generoso del hombre esto no le bastaba, y
trató también de llevar la felicidad a los animales, y a las plantas, y a todo
lo que vive, y a todo lo que siente.
Porque en todo está la idea y todo es la idea, y la idea es
Dios.
Y el hombre recordó que Jehová había dicho : “No matarás”, y
se abstuvo de derramar sangre de hombre.
Y recordó que en el “Ecclesiastés” estaba escrito: “ Porque
el suceso de los hijos de los hombres y el suceso del animal, el mismo suceso es;
como mueren los unos así mueren los otros, y una misma respiración tienen
todos.”
Y se abstuvo de derramar sangre de animal.
En una inmensa pradera bañada por el sol, celebraron en el
mundo la fiesta de la emancipación de los vivos.
Y por delante del hombre desfilaron los animales, llenos de
inmenso agradecimiento: los caballos y los asnos, las vacas, los perros, los
elefantes, los leones y las serpientes, y todos miraban al hombre con amor,
porque había dejado de ser su verdugo para ser su verdadero amigo.“
Relato breve incluido en la recopilación “ Cuentos”, de Pío
Baroja, publicado por Alianza Editorial (1984).
Da gran satisfacción encontrar un texto así, tan empático,
tan delicioso... Y aún es más estimulante y reconfortante saber que fue escrito
hace ya más de un siglo, por un escritor de renombre, a quien el maltrato
animal y su muerte innecesaria lo asqueaban (no hay más que ver el episodio de
la visita a la plaza de toros en 'La Busca', una de sus más conocidas novelas).
Bravo por Pío, por ir contracorriente, y por pensar acerca del
sufrimiento ajeno, tanto humano como animal.
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