29 de septiembre de 2005

Plutón y un místico llamado Holst

Gustav Holst nació en 1874 en Inglaterra, y desde joven sintió fascinación por lo oculto, el folklore inglés, y el misticismo. En 1917 se estrenó una suite que iba a hacerle famoso y cuya trascendencia supera el mundo de la música: "Los planetas".

Dado que en 1917 sólo se conocían la existencia de ocho planetas en el sistema solar (de Mercurio a Neptuno), Holst compuso un movimiento para cada uno de ellos (exceptuando la Tierra). Esta suite es una de las obras de música clásica que más tempranamente escuché, y de ella guardo un recuerdo especial. En este caso me llamó la atención que un artista decidiera dar música al Cosmos, dotarlo de sonoridad, experimentar, aunque fuera de manera personal y subjetiva, cuál debería ser la música que emergiera de esos lejanos mundos. El resultado es sorprendente, extraordinario, y pese a que quizá los críticos y expertos musicales puedan ponerle trabas y objecciones, para mí es una de las obras más conseguidas de todos los tiempos. Dada mi pasión por la astronomía, quizá no soy del todo imparcial.

El caso es que en 1930, el 18 de febrero exactamente (justo 50 años después nacía un servidor, casualidades de la vida...) se descubrió el noveno planeta del Sistema Solar, Plutón. Los astrónomos de aquella época reconocieron características extrañas en este nuevo mundo: era muy pequeño, rocoso, tenía una órbita muy irregular y, además, había un enorme satélite que daba vueltas a su alrededor, como un hijo en torno a su padre. Nada así había en el espacio cercano conocido, pero Plutón se mantuvo como planeta, pese a sus manifiestas excentricidades.



Pero a finales del siglo XX surgieron problemas; comenzó una búsqueda exhaustiva de cuerpos parecidos a Plutón en las afueras del Sistema Solar, y en poco más de una década hemos asistido al hallazgo de mundos cada vez mayores en tamaño, hasta que sólo unos meses atrás por fin se ha detectado el primer cuerpo lejano mayor que Plutón, y se cree que pueden existir varios más aún mayores. O sea, que Plutón deja de ser un planeta, porque sus características lo sitúan más bien como planetoide, o como un cometa gigantesco aún hibernando, quién sabe, pero lo que está muy claro es que no podemos darle el nombre de planeta a cada cuerpo nuevo parecido a Plutón que se descubra a partir de ahora. Cierto que los límites y la definición de planeta es más que discutible, pero es necesario rebajar a Plutón, no queda alternativa. Había presiones por parte del cierto sector estadounidense, que pedía mantener el status planetario de Plutón a toda costa, dado que ha sido el único planeta descubierto por un estadounidense (Clyde Tombaugh (1906-1999)). Pero esto es una soberana tontería; el patriotismo, cuando hablamos de temas cósmicos, es igual de ridículo que comunicarnos con el lenguaje de signos con un murciélago.

Hubo un compositor que añadió el movimiento "Plutón" a la suite de Holst, obviamente después de haber sido descubierto el planeta (quiero decir, el planetoide...). La historia ha querido, paradójicamente, y en el 75 aniversario del hallazgo de Plutón, que no sea necesario este superfluo suplemento musical. La suite original de Holst, sin Plutón, es efectivamente la música que nos transporta a todos los verdaderos planetas del Sistema Solar, ni uno más ni uno menos. ¿Sabría el ocultista Holst esto y por tal motivo compuso su obra con sólo siete movimientos? ¿O es sólo una casualidad?

En cualquier caso, lo que vale en esta historia es aquello que perdura; ahí tenéis los 55 minutos de "Los planetas" para dejar volar la imaginación mientras os adentráis en las tenebrosas y profundas aguas del espacio interplanetario. Buen viaje!.

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