11 de octubre de 2008

Marxuquera, en vías de desaparición



Desde hace algunos años, el Ayuntamiento de Gandía viene realizando una serie de obras, reformas y modificaciones en las viviendas que componen la comunidad de Marxuquera. Las iniciaron en la parte Alta y han ido descendiendo hasta llegar a las postrimerías del valle, casi en contacto ya con la ciudad. Su objeto es adecuar las características de tales viviendas a las habituales en el siglo XXI, dado que muchas de ellas carecen de luz eléctrica a 220V, agua corriente y desagües acondicionados, entre otras singularidades, propias más bien de principios de la centuria pasada. La mía es, precisamente, una de ellas.

Marxuquera es, como ya he dicho en muchas otras entradas, un peculiar paraíso. Y lo es por infinidad de razones. Es fascinante echar a andar partiendo de la urbe y en pocos metros pisar ya un terreno agreste y difícilmente domesticable. A tu derecha ves montes de casi mil metros de altura, a veces nevados, y a la izquierda adviertes el mar mediterráneo; desde Marxuquera ambos parecen fusionarse. Las casas más antiguas se edificaron hace casi cien años, y su estructura es tan sólida que crees que aunque pasen milenios seguirán en pie. Dentro de su cuerpo de cemento hay enormes bloques de roca, que impiden la intrusión del ruido de la sonora, y demasiado cercana, autopista, que rompe en dos el valle en su tramo inicial. En invierno, cuando el frío y la humedad inundan el ambiente, cierras puertas y ventanas y por mucho estrépito que generen los degenerados al mando de sus potentes vehículos no oyes más que un rumor débil e insignificante, que parece más el aliento de la propia casa al respirar. Aunque Gandía entorpece cada vez más su visión, es aún posible contemplar las estrellas bajo el Molló de la Creu o desde Santa Marta. Y, en noches veraniegas, puedes pasear a la luz de la Luna sin tropezar con asfalto fresco en bastantes kilómetros a la redonda, en casi total oscuridad. Éstos son, sólo, unos pocos de los atributos que posee Marxuquera, y quienes los amamos los consideramos como propios, identificativos de su carácter especial, y también del nuestro.

Suelen esgrimirse razones medioambientales para la urbanización de Marxuquera. Se aduce, por ejemplo, que es necesario construir un sistema de desagüe dado que muchas de las aguas negras van a parar a pozos, que pueden contaminar los depósitos subterráneos. De acuerdo, es justo. Se quiere transformar el tendido eléctrico para que soporte las tensiones "modernas", abandonando por tanto los clásicos 120V. Esto me parece más discutible, pero comprendo a las gentes que deseen instalar una estufa o un aparato de aire acondicionado y hasta hoy han necesitado de incómodos transformadores para hacerlo. No obstante, también cabe señalar que la tensión actual es extremadamente económica, mientras que la luz a 220V es, naturalmente, mucho más cara.

Por otra parte, hay un par de remodelaciones que me parecen directamente excretables: se trata del acondicionamiento de caminos particulares y del alumbrado. Esto expele un tufo muy a "nuevos ricos" y que, en parte, puede dar al traste con la idiosincrasia de Marxuquera. Veamos: el camino principal de entrada a mi vivienda, el Camí Racó de la Creu, recorre casi todas las casitas y chalets de nuestra rama comunitaria. Una de las bendiciones de la mía es, precisamente, quedar al margen de ese sendero principal (por el que, naturalmente, circulan coches, motos, camiones, etc.), y comunicarse con él sólo con una estrecha vía de tierra, situada entre naranjos. Pues bien, la idea es ensanchar dicha vía con el fin de que por ella quepan los vehículos. Esto, para mí, no sólo no es necesario, sino totalmente carente de sentido: no quiero que los ruidosos coches o ciclomotores transiten justo al lado de mi casa; no hay ganancia alguna, no mejora mi calidad de vida, al contrario. Si no me beneficia, ¿tengo que consetirlo, teniendo en cuenta que, además, somos los propios ciudadanos los que corremos con los gastos de las obras? ¿No será, pregunto, esta decisión consecuencia de la insistencia de ciertos pudientes residentes que exigen tener sus lujosos vehículos cerca de su casa?

Otro punto es la iluminación. También da la impresión de que aquí influyen, por lo menos, aquellos que no comprenden, o no les importa, que Marxuquera siga siendo lo que es. El alumbrado que existe ya en la parte Alta y en zonas de la Baja, es exageradamente desproporcionado para la cantidad de habitantes y edificios presentes. No necesitamos mayor número de luminarias que las imprescindibles, a no ser, desde luego, que nuestras posesiones sean suficientemente valiosas y temamos la llegada de los ladrones. Sin embargo, siempre he creído que, del mismo modo que cuando aumenta la presencia policial aumentan los robos, si nos excedemos en la iluminación, bajaremos la guardia, no tomaremos las precauciones necesarias... y nos birlarán hasta las cortinas. La iluminación excesiva deslumbra y nos hace perder las estrellas, las únicas luces que de verdad es gozoso observar. Además, supone un gasto municipal importante, y las típicas farolas o "globos" ni siquiera brindan luz al suelo, sino que en su mayor parte se escapa al espacio en las alturas.

Hay una diferencia importante entre mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, algo que todos queremos, imponer unas medidas innecesarias completamente, y exigir a dicha ciudadanía unas obras que, en el mejor de los casos, urbanizará una región rural y agrícola única, por sus especiales características y sus propios valores, y en el peor, vaciará los (ya bastante) maltrechos bolsillos de los habitantes de Marxuquera. El error está, precisamente, en tratar de trasladar esos valores urbanos, las ventajas y adelantos propios de una urbe, a la zona rural, con el fin de equiparar ambas, como si fuesen dos ámbitos geográficos cuyos residentes buscaran lo mismo. Y no es así. O no debería serlo; en Marxuquera debe primar el descanso, la vida reposada, el silencio, la oscuridad y la diversión respetuosa con los demás. Y no porque yo lo diga; son los atributos que definen a Marxuquera, como bien saben los gandienses.

Me pregunto hasta dónde llega el deseo municipal por solucionar problemas, dotar de mayores servicios y ofrecer facilidades a los ciudadanos, y dónde empieza ya la avaricia y usura, obsequiando a ciertas empresas con el monopolio de las obras. No sé en qué lugar está el límite entre lo uno y lo otro, si es que existe.

La dificultad, el obstáculo y el dilema para todos nosotros no lo constituyen las obras y reformas, su coste (poco asumible para quienes no disponemos de amplio capital), o el tiempo que durarán, sino el carácter obligatorio de las mismas, la imposición del Ayuntamiento y las amenazas, declaradas y explícitas, de que si no sigues el juego, quedas fuera de la partida. Esto es, si reniegas de las obras, si te opones a su realización, te expropian tu vivienda, y con ella, parte integral de tu vida. Así de fácil, así de simple.

"Marxuquera en peu de guerra" era uno de los numerosos carteles que colgaban de las vallas y alambradas de la zona. Es una incitación a rebelarse, a no dejarse vencer. ¿Habrá que colocar un cuchillo entre nuestros dientes y armarse hasta los codos para defender nuestro patrimonio? No dudo de que las obras ofrecerán beneficios que ahora no disponemos, de que mejorarán aspectos que hoy son deficientes y que dentro de diez años ya casi nadie recordará esta polémica. Y, sin embargo, creo que hay otra forma de hacer las cosas, un procedimiento más consensuado y libre, en función de la disposición económica, las necesidades reales y los requisitos medioambientales, adaptando cada obra específicamente a cada hogar.

Así lograremos que cada uno de nosotros acepte, incluso gustosamente, las remodelaciones pertinentes, que veamos dichas obras como un bien y un fin en sí mismas, no como símbolos de la codicia de un ayuntamiento adulterado por el beneficio y cegado por el poder de llevar a cabo lo que se le antoje, y sobretodo, conseguiremos disfrutar de Marxuquera durante muchos años más, degustando su carácter tal y como hemos hecho en las últimas décadas; sin artificios, sin remozos superfluos, con el sabor añejo y tradicional de una tierra mágica.

7 comentarios:

Morpheus dijo...

Coincido en los puntos que tu discutes, pero dando un matiz en el tema de la carretera:

Generalmente, estoy de acuerdo en adecuar los caminos y carreteras par hacerlas más transitables y mejores (en mi ciudad lo de transitables y mejores no lo llevan muy bien...), sin embargo, yo no vivo allí, y en el aspecto de carreteras y caminos, depende mucho de la zona, y hay que evaluar cada caso en particular, así que en ese asunto no me meto.

En el de la electricidad, discrepo contigo y me parece totalmente normal y adecuado mejorar el tendido eléctrico, que generalmente siempre brinda una mayor seguridad (creo que hace menos de 10 años o poco más que se reformo la ley de instalaciones eléctricas, que mejoran la seguridad y la integridad de las instalaciones). Creo que un pueblo puede mejorar su calidad de vida sin perder su espíritu.

Finalmente, en cuanto a lo de la iluminación, estoy de acuerdo contigo, aunque no consigo relacionar mucho el tema de los robos con la iluminación.

Creo que es importante iluminar las calles lo suficiente para poder caminar por ellas, pero hay que seleccionar muy bien las luces, poner los filtros adecuados y orientarlas correctamente para que no ocurra como ocurre aquí, en Barcelona, donde apenas se pueden ver un par de centenares de estrellas por culpa de la iluminación (algo que para mí es muy triste).

Sobre este tema, no me queda anda más que decir.

Por último, quiero desearte suerte en lo referente a tu post "Encuentro", y desearte, una vez más, que la vida te vaya bien, y que continúes escribiendo (aunque sólo pueda leerte de vez en cuando), pues tus escritos me recuerdan y equilibran mi balanza espiritual.

Un saludo, y encantado de seguir leyéndote ;)

elHermitaño dijo...

Saludos, amigo Morpheus;

Tus posturas son muy razonables. Y si habláramos de otra región, de una zona cualquiera (para mí, claro) de la Safor (mi comarca), pues lo probable es que estuviese completamente de acuerdo contigo. Pero, entiende, compañero, dos cosas: primero, que las obras "nos son impuestas", como una tasa a pagar por vivir allí. Y, segundo, que sólo te dejan dos opciones: o sigues el juego, o abandonas, vendes tu propiedad o te la expropian.

Es esa obligación, la exigencia de cumplir con lo que ellos disponen, lo que provoca mi cabreo. Más que las propias obras, más que su coste, repito, más que el incordio que van a provocar, es la arrogancia y el decretazo.

¿Ves centares de estrellas desde Badalona, amigo? Pues es un logro; en Gandia, desde Marxuquera baja, no llegamos a esa cantidad... y Gandia apenas cuenta con 70.000 habitantes. Imagínate si abarrotan el valle de farolas ultra-contaminantes...

Un abrazo, Morpheus, me alegra leerte de nuevo. Gracias por tu visita y hasta pronto:)

M. Domínguez Senra dijo...

Obligaciones ineludibles me han tenido apartada de mis lecturas preferidas, pero ahora saco un momento la cabeza para saludar tu post. Seguramente mi lectura ha sido muy superficial pero me ha parecido entender que el municipio quiere sacar tajada de la Marxuquera y atraer gente con BMW y secadora, yogurtera y vaporetta. Todo eso se "merece" caminos con piso de asfalto y más potencia eléctrica. Que esas nuevas infraestructuras las paguen quienes ya estaban bien como estaban, con sus estrellas y sus cantos que ruedan, es una perversión del sistema.
Un abrazo grande.

tequila dijo...

buenas:
Lo siento muchísimo. Los ayuntamientos que favorecen el dinero y a los que lo tienen olvidando a los lugareños , están muy "de moda". Me hace gracia. La gente compra casas en estos lugares, porque les gusta y luego (como ya son vecinos) quieren transformarlo... no deberían ir a un lugar que ya tuviera esas características?
Lo de la expropiación me parece una canallada: o pasas por el aro o desapareces.
Sobre las reformas que comentas la del alumbrado me parece bien, pues la oscuridad en los caminos me da miedo, pero claro yo no habría comprdo una casa allí ; )

Parece que no les dejan opción.
Quitarnos la capacidad de elegir es quitarnos la libertad y debería estar penado.
Sólo puedo desearte mucha mucha suerte Y ANIMO... ya contarás
Un beso

elHermitaño dijo...

Saludos, aa y Tequila.

Según he podido saber, hay dos soluciones a este entuerto: primero, crear una especie de comunidad de vecinos. En esas circunstancias, el Ayuntamiento no tiene el derecho de obligar a reformar nada, según creo. Aunque, evidentemente, esto no es posible si no nos ponemos todos de acuerdo...

Y la otra opción es demostrar fehacientemente que tu casa marxuquerenca es la primera vivienda, no una segunda residencia (como es el caso en el noventa por cierto, entre ellos el mío).

Esto es lo que tengo entendido. No sé si se llevará a cabo la primera alternativa, o la segunda (creo que esta es más adecuada, si es viable, porque el otro caso conlleva una serie de requisitos y obligaciones comunitarios que no sé si yo, o los demás, estamos dispuestos a cumplir...).

En fin, veremos qué sucede al fin. Gracias a las dos por vuestros apoyos, un abrazo a ambas:)

Anónimo dijo...

En Cambrils (Tarragona) se quiso hacer hará cosa de 5 años algo parecido a una limpieza étnica, porque en realidad a nadie se le escapaba que lo que se buscaba era quitarse de encima la abrumadora cantidad de maños que tenían allí segunda residencia y que alteraban demográficamente la composición natural. Allí se decantaron por la unión dado que les tocaron el bolsillo (por no decir que les pusieron la mano en el bolsillo) y dado que había personas muy motivadas y con la experiencia adecuada.
Ya nos tendrás al corriente.

elHermitaño dijo...

Gracias Marta por citar el caso de Cambrils. Esos "motivos étnicos" que mencionas son bastante aterradores... entiendo la unión en esas circunstancias extremas.

En Marxuquera hay otro tipo de fascismo, menos radical pero igualmente impuesto y violento: "si no pagas, cambias tu casa y nos enriqueces (es decir, a las empresas contratadas por el ayuntamiento para las obras, que vaya usted a saber qué tipo de "ofrenda" brindan a los politiquillos de turno...), simplemente dejas de existir".

Gracias, amiga, un abrazo.