11 de septiembre de 2005

La estrella que nos dio la vida (2)



Hay que tener cuidado con el Sol. Y no me refiero a mirarlo directamente o a las quemaduras causadas por una exposición prolongada bajo sus rayos de luz.

El miércoles día 7 tuvo lugar, allá en el Sol, una llamarada o destello solar espectacular. Estos fenómenos se asocian a zonas de la estrella particularmente activas (como grande grupos de manchas solares). En ellas se acumulan progresivamente tensiones magnéticas hasta que en un momento concreto estallan, liberando de improviso una enorme cantidad de energía a través de llamaradas o eyecciones de masa coronal, ambos fenómenos consecuencia de la actividad del Sol. Es algo similar a lo que sucede cuando acontece un terremoto en nuestro planeta, sólo que a una escala miles de millones de veces mayor. De hecho, estos fenómenos son tan energéticos que no encontramos nada igual en ningún otro lugar del Sistema Solar.



Sabemos que lo sucedido en el Sol de una u otra forma repercutirá en la Tierra; en este caso, las llamaradas o destellos solares, y también las eyecciones de masa coronal, pueden escapar del Sol, atravesando los 150 millones de kilómetros que les separan de este mundo, y alcanzar la Tierra. Entonces, como ya expliqué someramente en otro momento, tiene lugar un violento choque entre las partículas solares y las de la alta atmósfera terrestre. Una consecuencia son las bellas auroras, pero otra de mayor importancia práctica está en el hecho de que las comunicaciones vía satélite pueden verse entorpecidas severamente. Según comentan al respecto de la llamarada del miércoles pasado, "las agencias que han sufrido estas tormentas espaciales pueden sufrir interrupciones durante las dos próximas semanas. Estas incluyen a los operadores de aeronaves, los sistemas de generación eléctrica, las comunicaciones de alta frecuencia y los sistemas de navegación de baja frecuencia".


Asimismo, los astronautas que pudieran operar en las afueras de la Tierra tendrían graves problemas si les pilla una de estas esporádicas pero violentas tormentas mientras realizan tareas extravehiculares. Es posible que les causara la muerte, incluso, si no se refugian a tiempo.

Otro tipo de expulsión de materia solar, más lenta y menos peligrosa, es el llamado 'viento solar'. Se trata de una corriente de partículas ionizadas (o sea, que han perdido algunos de sus electrones y que, por tanto, ya no son neutras) liviana, que atraviesa el espacio interplanetario y llega hasta los confines de los dominios solares. El viento solar es el responsable de que, en ocasiones, podamos disfrutar con la aparición de algún cometa de larga cabellera en nuestros cielos.

Pero esto, y la conexión climática entre el Sol y la Tierra, lo explicaré en otra ocasión. La próxima vez que sufráis un apagón en vuestros hogares, pensad que quizá la responsabilidad no sea de las agencias eléctricas, sino de una estrella amarilla situada en la distancia. No le damos ninguna importancia, pero con su luz tanto permite nuestra vida como nos la dificulta. Al menos, un poquito.