9 de junio de 2006

Bajar a la tierra

Hoy empieza el Mundial de fútbol en Alemania, el gran acontecimiento deportivo del año. Pese a las reticencias por parte de mi conciencia, que me insta a abalanzarme sobre libros y películas sin descanso hasta caer rendido, seguramente perderé un poco de tiempo en algún que otro partido. Reconozco que no entra dentro del esquema clásico de un hermitaño el estar embobado durante noventa minutos tras la televisión, viendo a los grandes ases del balón, pero es lo que hay. Uno no puede dejar de ser humano, de tener sus vicios, sus pasiones, por intrascendentes y poco espirituales o culturales que puedan ser.

Así que mientras absorbo libros de lógica y latín, mientras escarbo en novelas y ensayos en pos de saberes varios y peripatéticos, a la vez que examino espíritus y otros mundos, echaré un vistazo a esos seres que tanta estrella poseen (estrella opaca, en cualquier caso), mientras enlazan jugadas de ensueño e intentan alcanzar ese anhelado trofeo coronado por un balón dorado.

Bajemos a la tierra, de vez en cuando.