
En Ciencia, toda discusión es necesaria. Al igual que en la vida diaria, debatir puntos de vista, refutar a tu interlocutor o mantener una sana y pacífica 'disputa' verbal casi siempre tiene consecuencias positivas: aprendemos, intercambiamos impresiones y, quizá, se llega a alguna conclusión, aunque no sea definitiva.
Parte de la buena salud en toda ciencia está representada por los acalorados debates, las enérgicas oposiciones entre colegas y los, a veces duros, rifirrafes que mantienen bandos opuestos. Una ciencia sin debate está muerta, porque su avance se limita a una aceptación general.
Es necesario y deseable, por tanto, que en Ciencia las discusiones, las confrontaciones de pareceres, estén a la hora del día. Habrá, en consecuencia, dos 'bandos' o grupos científicos en toda discusión: los que respaldan una idea, hipótesis o teoría, y aquellos que no la apoyan. La Ciencia no trata certezas, no se interesa por lo que ya está demostrado. Una vez que un conocimiento es aceptado por todos, pasa al cajón de
verdades y, como quien dice, se olvida. En los debates científicos los científicos "disidentes" o "heterodoxos" son casi siempre los protagonistas, porque ofrecen un punto de vista distinto y a menudo polémico, que dota de salud y energía a la discusión. Su protagonismo está más que justificado: constituyen uno de los medios por los que la Ciencia evoluciona.
Bueno, el caso es que hoy quería hablar de un libro y estoy divagando horriblemente... . Luis Carlos Campos es un filólogo cántabro interesado por el tema del cambio climático. Como muchos otros, Campos no es especialista en la cuestión, y escribir un libro acerca de la misma sin tener todos los datos sobre la mesa y sin estar familiarizado con el proceder científico es bastante arriesgado. No voy ahora a a analizar el libro de Campos, dado que no tengo la formación necesaria para hacerlo (aunque ya he dado mi opinión sobre el cambio climático en un par de posts anteriores, por ejemplo aquí
aquí o
aquí; por cierto, mis opiniones sobre el tema han variado desde entonces, aunque esto es algo que trataré más adelante), pero sí que me atreveré a criticar un poco su planteamiento.
Se supone que su libro, "Calor glaciar", es una obra de divulgación científica, y al mismo tiempo un ensayo, en el que su autor nos expone su tesis (la de que el cambio climático existe, pero no en la dirección de un calentamiento, sino hacia una glaciación). A lo largo de sus páginas, Campos se dedica a desmontar, según su opinión, la postura oficial acerca del cambio climático, y ofrece una serie de apoyos bibliográficos que suscriben la suya. Sólo aquellos que dispongan o tengan acceso a esas referencias podrán juzgar si lo que propone Campos es viable o simplemente una hipótesis descabellada, o cuando menos, improbable.
Lo cierto es que un libro no es, precisamente, el mejor lugar para exponer una tesis como la de Campos. Y no lo es porque no hay posibilidad de discusión, que hemos visto constituye un rasgo básico de la Ciencia. Si Campos quería dar a conocer una postura científica, que a su vez critica otras, el mejor lugar para hacerlo es sin duda una revista especializada: uno recoge información, da forma a su hipótesis, la sustenta con evidencias de otros colegas, y la expone ante quienes pueden rebatirla: una publicación científica.
Sin embargo, hay algo que me parece lamentable y no se trata de dónde haya publicado Campos su hipótesis (por cierto, su editorial, ArcoPress, merece un cero en la edición: fotografías oscuras apenas distinguibles, tipografía desigual, revisión léxica y ortográfica deficiente... etc.), sino del escaso acierto que supone que ciertos personajes alejados por completo de la Ciencia estén equiparados en prestigio y rigor a los propios científicos. Me explico: para corroborar su tesis, Campos nos da una serie de referencias científicas muy pertinentes (si son suficientes, adecuadas o falsas, es otra cuestión), referencias que por sí mismas deberían ser suficiente respaldo argumentativo, pero Campos no abandona ahí su lista de "fuentes afines": evidencia gran torpeza intelectual, a mi entender, el hecho de dar una muestra variada y completa de videntes, médiums y sensitivos (entre los que se halla Uri Geller...) que, gracias a sus dotes psíquicas especiales nos revelan la inminencia de una glaciación de funestas consecuencias para la especie humana.
Obviamente, esto resta una enorme credibilidad al libro de Campos y, de paso, hace un flaco favor a los científicos e investigadores que permanecen, contra viento y marea, dentro del grupo de "escépticos" climáticos. Si estamos hablando del clima, de un fenómeno físico y natural, regido por mecanismos físicos, no hay ningún lugar para Geller y compañía, puesto que son de las personas más ineptas e incompetentes que uno pueda hallar si desea obtener información fidedigna del clima. No son expertos, no tienen formación científica, carecen, por lo tanto, de la necesaria preparación sobre el tema, pero lo grave es que un periodista, supuestamente científico, dé validez y relevancia a las conclusiones a las que dichos sujetos llegan, no por investigación, qué va, sino por medio de sus capacidades psíquicas.
Al mismo tiempo, uno puede criticar esa sospechosa aureola 'New-age' que recorre el libro de Campos y aparece en ciertas partes del mismo. No es que esta aureola sea mala en sí misma, es respetable si se da en obras de una cierta clase (en las que abunda el lirismo y escasean las argumentaciones), pero hallarla en un libro de marcado carácter científico da mala espina, porque alguien que desea aportar una opinión razonada y argumentada de un tema científico intenta evitar las divagaciones, digamos, esotéricas. Es como quienes creen que es posible fundamentar científicamente la astrología; se equivocan de parte a parte, dado que es imposible fundamentar científicamente algo que no es científico. No digo que sea falso, irracional o absurdo (que puede serlo, y ello merecería un análisis aparte...), sino que no podemos dotar de ropajes científicos lo que no es posible analizar por medios científicos.
El último párrafo del libro de Campos resume bastante bien ese 'deje' de nueva era de que hablo: "
Hay serios motivos y una copiosa base científica para afirmar que nos encontramos en el umbral de una Nueva Era y que va a ser precisamente el cambio climático quien ya no está adentrando en UNA MUTACIÓN GLOBAL Y PLANETARIA (mayúsculas suyas). Entropía y Sintropía, caos y evolución, se servirán de nuevo del Frío Hielo -en forma de polvo cósmico, cometas, Nubes y nieve- para cumplir el Misterioso Plan por el que la Naturaleza asciende en Cósmica Espiral hacia la máxima expansión de la Conciencia".
Uno llega al final del libro sin saber muy bien si lo que se debatía eran el cambio climático y las glaciaciones o cómo el hielo afecta a la conciencia y permite su desarrollo hacia formas espirituales más sofistiadas... (sic)