Como a muchos de los que vivimos en Valencia, el canal televisivo por referencia es Canal 9, pero no lo es por su calidad e interés, sino porque emite (algunos, más bien pocos) programas en valenciano/catalán (me importa un carajo cuál de las dos denominaciones es la correcta).
Nunca me he considerado un nacionalista, un amante de la tierra donde he nacido, ya que, por el contrario, mi presencia en este país es puramente accidental; bien hubiese podido nacer en el Congo o en Groenlandia, sólo ha sido cuestión de azar. Pese a todo, con el tiempo uno empieza a apreciar lo que conoce, aquello que poco a poco va resultándole familiar, y, al final, le coge cariño. Eso me sucede con Valencia; tiene aspectos horribles, pero es una tierra fantástica, escasos son los lugares que se le pueden comparar en la geografía española, al menos según mi humilde opinión.
Pues bien, miro C-9 porque trata de cosas cercanas a mí, a "mi" comunidad, a mi tierra, en definitiva. Pero, al mismo tiempo, aborrezco a más no poder ese canal. ¿Por qué? Por un motivo extraordinariamente sencillo; no emiten nada más que basura, pero no telebasura convencional, no, la basura más apestosa y asquerosa que uno pueda imaginar. Prácticamente, toda la programación de esta cadena es la mayor bazofia que la Humanidad ha defecado alguna vez. Me es imposible no recordar un sólo programa, o magazine, o película, o telediario que responda al calificativo de programa arqueotipado y repleto de la más patética estupidez. Y ello que apenas miro la televisión.
Tenemos, a Dios gracias, el canal Punt-2, en relajante y estimulante antagonismo con C-9. Es exactamente lo opuesto, la otra cara de la primera cadena valenciana. Es en cierto modo lo que sucede con la Primera y La 2, pero a un nivel más superficial porque creo que en ese caso no hay una distinción tan clamorosa. Es como si todos los periodistas borregueros y cretinos, los adormilados de segunda clase, hubiesen sido arrojados a la jaula de C-9 y, en cambio, los de una (ligera) mayor preparación y nivel trabajaran en su canal hermano. De verdad, son como el cielo y la tierra.
Lo peorcito de C-9, para los que lo hayan sufrido, son sus noticiarios. Son, simplemente, inaguantables. Sensacionalistas y amarillistas a más no poder, buscadores incansables del morbo fácil y del muerto en el ataúd, nunca pierden la menor oportunidad a la hora de mostrar las imágenes y noticias más truqulentas, violentas y dramáticas. Parece que no les basta un programa diario dedicado, a lo largo de una terrible hora, a este tipo de sucesos, sino que en las noticias tanto de la sobremesa como nocturnas han de llenar el vacío informativo con este tipo de tragedias domésticas, nacionales o mundiales. Es dificil hacer peor un telediario, os lo aseguro; de entre cien noticias que dan, tal vez tres o cuatro sean útiles, o tengan algún interés. El resto es pura porquería.
Y, además, está la cuestión del presidente de la Generalitat, el buen y buenísimo Francesc Camps. Con su ridículo dominio del valenciano, lleno de errores y faltas claromosas de pronunciación, salta un día sí y otro también a la palestra informativa, siempre en primera línea, rodeado de secuaces con aplausos y risas perpetuas, signos inequívocos de la marcha maravillosamente productiva y perfecta de la Comunidad. Ay, Camps, eres grande, de verdad. Nada haces mal, nunca te equivocas, siempre estás en el momento y lugar adecuados, has hecho de Valencia un lugar fantástico y de ensueño y, además, eres valenciano de pro y hablas como Dios esta lengua divina que, por supuesto, no viene del catalán. Además, te preocupas por potenciar lo autóctono, por llevar agua a nuestros sedientos campos, por construir miles de campos de golf y macrourbanizaciones que van a modernizar la comunidad y darle prosperidad, traerán la Copa América de Vela que es lo más dentro del mundo del deporte, y, para colmo, no hay paro, no hay déficit, no hay inseguridad, no hay robos ni estafas ni siquiera dejas que un palomo cague en la estátua del Tirant lo Blanc. Camps, tío, eres mi ídolo.
Pero ¿de qué van estos? ¿A quién quieren engañar con sus bobadas y estúpidas mentiras, con la clara desinformación sobre los temas verdaderamente cruciales para nuestra tierra y esa parcialidad tan manifiesta y repugnante? ¿Creen de verdad que alguien mínimamente cuerdo e inteligente les va a hacer el menor caso? ¿Qué deben sentir esos pobres periodistas (pobres por infelices y timoratos, no por su escasa cuenta de ahorros) que, cada día, deben estar pronunciando mal lo que no sucede en el mundo, o contar peor lo que sí que sucede? ¿No les corroerá la vergüenza su sangre, no llorarán por las noches al ser conscientes del timo del que están formando parte?
Y, a todo esto y termino, ¿qué pasa con los espectadores, con la gente que ve C-9? ¿Se merecen esto? ¿No hay otras formas de hacer televisión, más digna y humana, con mayor calado y repercusión? Entiendo que a la gente se le debe divertir, pero ¿y no se debe formar, culturizar y humanizar, también? ¿Eso no sirve, no es posible armonizar ambos conceptos? En definitiva, ¿qué cuesta hacer una televisión de sentido común?
Los valencianos, de momento, tenemos como televisión de cabecera a una boñiga cada vez mayor y apestosa. La bola se hace más grande con el paso de los días. Y lo peor es que no se percibe ningún cambio a la vista. Espero que al final no acabe por engullirnos la masa de bosta. Poco falta para ello.
"Ai, València, ens porten a la amargor,
amb C-9 tenim un futur ennegrit.
Vull que açó canvie, que s´acabe la pudor,
pero fan falta vots,
i, sobretot, valor.
Que no s´apropa ja el canvi?
Que no vec el llindar de l´abocador?
Sí, sembla que, allà davant
está la fi de la merdor"
No hay comentarios:
Publicar un comentario