17 de diciembre de 2005

Buenos silencios



Hará un par de años vivía justo en el piso superior al mío una vecina realmente encantadora; aplastaba el silencio diurno y nocturno con sus infinitos tacones y movía los muebles con una irritación que jamás he visto en otro ser humano. Prácticamente los cambiaba de lugar en cada ocasión: mesas, sillas, estanterías., etc.

Mis padres se deprimían cada vez que la oíamos entrar en casa; sabíamos que íbamos a soportar un par de horas de ruidos continuos, destructivos, histéricos e idiotizantes. Le dijimos en varias ocasiones, a veces en broma y a veces en serio, que intentara suavizar un poco su enemistad con el silencio, que trarara de quitarse los zapatos más pronto, que aislara el suelo, que se mudara o que se disolviera en aire, para beneficio nuestro y de la Humanidad. No hubo manera.

A mí no me molestaba el ruido que hacía hasta que cumplí los 21 o 22 años. Hasta entonces oía el ruido, pero lo ignoraba. A partir de ese momento mi vida cambió; apenas podía dormir (a veces la vecina llegaba a las dos de la madrugada y tardaba una hora en descalzarse; no se oía nada más que el fuerte repiqueteo de sus tacones), no era capaz de estudiar, incluso algo tan sencillo como leer un libro era un suplicio porque estaba acompañado de varios "nick", "nack", "bum", "cabum" y otras lindezas sonoras por el estilo.

Estuve a punto de sugerirle que cambiáramos de piso durante algunos días; yo me mudaba al suyo y viceversa, y haría el mismo ruido que ella, por la noche incluido, a ver si de esa manera adquiría el hábito de la empatía. Pero, de la noche a la mañana, vi un par de camiones de mudanza absorber los trastos del piso de arriba y ya nunca más supe de esa tipeja. Creo que ahora vive en un primer piso, menos mal.

Como buen hermitaño que soy, valoro el silencio como algo sagrado. Entiendo que en la sociedad actual el silencio no está de moda porque te permite parar y pensar, y eso hoy en día es malo. Así que, por unos motivos u otros, no hay silencio, sólo existe cuando le dejan vivir, casi siempre en cortos intervalos durante la noche, entre la danza de coche y coche. Lo cual es terrible, porque es más lógico en una sociedad humanizante que lo raro, lo extraño, sea el ruido. Si sucede exactamente lo contrario es debido a que desconocemos el silencio, a que jamás lo hemos probado en realidad, a que nos mueven, quienquiera que sea, hacia su opuesto porque así somos gentuza manipulable y sodomizable.

No es que se desprecie un volumen alto, un grito o una maraña de voces cantando villancicos, nada más lejos de la realidad. Es que el silencio nos permite elevarnos por sobre la mediocridad que nos rodea, ver más allá y anhelar con llegar allí. Vivir únicamente enmedio de ruidos aniquila el alma, emprobece el intelecto y, como dije hará unas semanas no deja a uno vivir realmente.

Así que oigamos el silencio, y crezcamos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me pasa lo mismo que a ti, tengo vecinos arriba, también abajo, arriba cambian de dueño a menudo y los ha habido insufribles y más normales. A veces un horror. Yo procuro hacer el menor ruido posible a los de abajo. No me gusta hacer lo que no me gusta que me hagan.
España es el segundo país más ruidoso del mundo, en España el ruido es sinónimo de vida de actividad, gusta estar narcotizados sonoramente, lo que tu dices no hay que pensar, estás narcotizado. No se da el debido valor al silencio, hay gente que no lo quiere, pues entonces se oirían a ellos mismos.
Javier Marías escribió un bonito artículo sobre esta cuestión y yo hize un post, esta es la referencia creo que te gustará. http://elduendezahori.blogspot.com/2005/08/el-ruido.html. Por cierto he pinchado en el enlace que pones en este post y no salía, no sé si es problema mío o no.
Un saludo.

elHermitaño dijo...

Muy acertado el artículo de Marías, chusbg.

Es cierto que el nivel de contaminación acústica va a más. Hay mucha buena palabra en torno al ruido de las discotecas, por ejemplo, pero realmente son pocos los esfuerzos realizados encaminados a respetar a quienes desean descansar en sus casas. Encuentro que ese es uno de los casos más flagrantes de irresponsabilidad y dejadez cívicos. Pero es comprensible que los pelones y paletos que allí acuden no piensen más que en sí mismos... .

En fin, esperemos que esto empiece a cambiar pronto, porque peor ya es dificil hacer las cosas.

Un abrazo y, ah, gracias por la terna de comentarios... ;).

elHermitaño dijo...

Gracias también por comentarme lo del enlace fallido. Ya está corregido.

Un saludo.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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