27 de agosto de 2005

Para soñar



Nebulosidad místicas y oníricas entre las moles rocosas de Stonehenge, iluminadas por una luna eclipsada con los resplandores de la atmósfera terrestre. Pura poesía, máxima belleza, extrema sencillez.

La Tierra y el cielo unidos en un vínculo común; el de su origen y su destino. Procedemos de materia estelar, y nuestras ceñizas alimentarán los fuegos de nuevas estrellas; esto seguramente lo sabían muy bien quienes construyeron este complejo megalítico. Si no, ¿por qué otro razonable motivo alzaron rocas de toneladas de peso y cuya procedencia se situaba a centenares de kilómetros de Stonehenge?

1 comentario:

Anónimo dijo...

best regards, nice info
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