13 de noviembre de 2005

Llega el invierno



Es lo que decía hará unos días; el otoño prácticamente no existe en esta región del mediterráneo. A finales de octubre íbamos todos en manga corta, incluso en ocasiones se echaban en falta las bermudas... . Desde hace una semana, llueve, hiela y enfría sin parar. Los abrigos hacen su aparición, recordamos a los paraguas, por fin, y empiezan las maniobras consumistas de la Navidad.

Claro que la práctica inexistencia del otoño también tiene su lado bueno; nos acurrucamos en casa, salimos de tanto en cuanto (preferentemente cuando el Sol se pasea por encima nuestro), hacemos más vida hogareña y nos arrellanamos en el sofá a leer (unos pocos), a mirar algo cuadrangular y estúpido (los más) o a susurrar viejas historias a los hijos (quienes los tengan), a las novias (quienes las tengan) o, simplemente, a aquella persona que tengamos al lado.

Y si nos armamos de valor y decidimos salir de noche al exterior, entre constante moquitera y narices congeladas, quizá seamos tan osados de mirar hacia arriba, desafiando las ventiscas y las tentadoras y calientes habitaciones cercanas. Veremos algo grandioso, algo que apenas se distingue pero que nuestra percepción distingue como real. Está allí; sólo hay que mirar y la encontraremos.

Hablo de M 42, la nebulosa por definición, la madre de todas las nebulosas para muchos. Se descuelga del Cinturón de Oríón, aún bajo en el horizonte por estos días si es noche temprana, como una nube pequeñita y lechosa rodeada de estrellas. Para hallarla hay que saber dónde para Orión, obviamente. Pero es una de las constelaciones más fáciles de encontrar, porque posee estrellas brillantes que delimitan a la perfección su forma. Además, el Cinturón es inequívoco; tres estrellas bastante luminosas en línea recta. Orión es, sencillamente, inconfundible.

Para conseguir una vista como la de arriba nuestros ojos no son suficientes; más bien, sólo astrónomos experimentados consiguen fotografías tan extraordinarias, con equipos sofisticados (y caros), y años de experiencia. Además, es necesario un cielo estable y manejar con precisión programas de retoque fotográfico que expriman al máximo los fotones de luz que han viajado desde hace 1.500 años, en el caso de M 42, y que han alcanzado la Tierra. El resultado de todo ese trabajo laborioso es una satisfactoria recompensa: una imagen del Cosmos de belleza sin igual.

En este caso, el fotógrafo es Robert Gendler, cuya web es un lugar sensacional para encontrar vistas de verdaderas maravillas del cielo. Un regalo para nuestros sentidos. Visitádla y hallaréis todo un mundo de belleza cósmica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He visto en las noticias que está lloviendo por tu zona y que como siempre se ha inundado un poco, me alegro mucho que no haya sido como otros años con esas gotas frías, además creo que os vendra muy bien para llenar pantanos, aquí en Santander pasa un poco lo mismo, pues aunque en la televisión puedes ver que siempre está lloviendo no es verdad y este año ha sido un año bastante seco sobre todo en la capital, hubo unas inundaciones en octubre creo, pues llovió mucho en muy poco tiempo.
Mira. Orión es uno de los sitios del cielo que mejor distingo, me acompaño mucho en mis tiempos de mili, en las guardias nocturnas, que fueron muchas.
Lei algo acerca de una de las estrellas del hombro, Betelgeuse creo que se llama y es de color ¿rojo? hace tiempo que no la miro.
Un saludo

elHermitaño dijo...

Sí, chusbg, la estrellas de uno de los hombros de Orión es Betelgeuse. Y es roja, una de las más rojas del cielo; sólo hay que compararla con su vecina Rígel, en el extremo opuesto de la constelación... .

Echa un vistazo aquí para ver la constelación entera, con M 42 y algunos interesantes objetos más.

http://www.allthesky.com/constellations/orion/mainm-e.html

Saludos.